lunes, 21 de julio de 2008


SOS TIERRA

La cultura urbana es la que se ha impuesto en el planeta, no es un problema exclusivo de Cuba y con ella ha proliferado el derroche, el consumismo, la falta de vínculos con la naturaleza, la tonta creencia de los terrícolas de que pueden dejar de tenerla en cuenta para su sobrevivencia en el planeta porque el diseño de bienestar y felicidad està basado en los fetichismos que crea el mercado. Como siempre ocurre después de las exageraciones de nuestra civilización, han aparecido tendencias en los países que llaman desarrollados de diseño de otra tipo de vida fuera del ritmo crepitante de las grandes urbes, que intentan llamar la atención sobre la necesidad de disfrutar de otra manera la existencia màs apegada a principios màs naturales, menos artificiosos, sin negar las ventajas de las tecnologías màs recientes pero aprovechando las ya acuñada por la práctica.
En Cuba se han hechos intentos de variar algunas concepciones hasta en el plano del descanso y una muestra ha sido el fomento del campismo para las vacaciones pero ni siquiera en ese plano se ha potenciado un sentido del goce o conocimiento de la naturaleza pues mayoritariamente estos están en las proximidades del mar, que es lo que se prefiere en el verano, y lejos de fomentar el disfrute de ciertas condiciones rústicas se ha invertido en ellos gran cantidad de materiales de construcción y se han vuelto tan sofisticados como cualquier otra instalación hotelera. Justo este verano se han remozado numerosas bases de campismos que acogerán a miles de vacacionistas.
Otros esfuerzos han sido el programa Turquino de reanimación de la vida en las montañas, la agricultura urbana, las unidades de producción del ejèrcito, todos generados por el Ministerio de las Fuerzas Armadas. Pero quien repase las líneas para el desarrollo, antes incluso de la crisis de lo 90, se percatará de que se apostó a todo, la industrialización, el azúcar, el conocimiento, las ciencias, luego el turismo, ahora el petróleo, pero no a la suficiencia alimentaria como base indispensable de todo lo restante porque se supuso que con los resultados de todos esos empeños se contaría con los recursos para garantizar la alimentación, como se ha hecho sòlo que a un costo que lacera la economía y a los ciudadanos a la larga.
Y como tales eran los presupuestos conceptuales se fue a bolina la cultura agraria de la nación con la mejor de las intenciones porque en realidad la agricultura en el trópico es uno de los trabajos màs arduos que existen y màs riesgosos a partir de las imprevisibles condiciones climáticas. Un temporal, un ciclón, una sequía prolongada pone en riesgo las mejores cosechas. También las numerosas plagas que el propia calor favorece.
Un grupo de meritorios científicos sociales afiliados a la Unión de escritores y artistas de Cuba logró, con el apoyo de esa institución, organizar lo que se dominó Bienal de cultura agraria. La primera tuvo lugar en Cabaiguàn, Santi Spiritus, a unos 300 kilómetros de la capital en el invierno del 2003, todavía Juventud Rebelde me hacía el honor de publicar mis trabajos, pero apenas pude hacer públicas unas notillas porque el tema no parecía ameritar màs, luego, aunque advirtiéndome que no estaba perseguida, ni mucho màs, prescindieron de mi trabajo, aunque, me pagan todos los meses, y no volví a ocuparme de la Bienal pero tampoco he visto ecos a escala de medios masivos de ese evento que debería ser prioritario desde entonces, particularmente ahora que es indispensable fomentar el interés por el tema.
La Organización no gubernamental Antonio Núñez Jiménez, tiene por su parte un interesante trabajo destinado a desarrollo sostenible y como parte del tema a ecología pero lamentablemente tampoco tiene la beligerancia pública que debería salvo algunas menciones educacionales en la TV. Justo en esa primera Bienal agraria hablé con una de sus especialistas fascinada por las posibilidades que ese criterio de progreso humano podría ofrecer y me confesó que a juzgar por el interés de las instituciones y autoridades decisorias o no tenìa un real conocimiento del tema o no les interesaba.
Cito esos dos ejemplos para llamar la atención sobre el hecho cierto que la Revolución ha propiciado que tengamos especialistas en este, como en tantos otras esferas de la vida, pero como ocurren en tantas otras cosas no se articulan todos los recursos humanos y técnicos existentes en pos de una estrategia.
Esa es la razón por la cual en la radio, la televisión, el cine, los periódicos, las referencias al campo están limitadas a ciertos programas campesinos al estilo de los años 50, alguno a la difusión de ciertos resultados o a la publicidad de campañas, o a asombrarse de que el marabú inundó parte de las tierras cultivables, o que los precios de los productos están muy altos, pero no a fomentar una cultura sobre la tierra y la manera de hacerla productiva o a informar las alternativas inteligentes que ofrece la concepción de desarrollo sostenible, que no es otra cosa que aprovechar las propias posibilidades que ofrece la naturaleza, la manera de usarla pero también reproducirla, el aprovechamiento y reciclaje de lo que parece desechable, lo cual se hace de manera parcial en algunos sitios, y por tanto sin la coherencia que se requiere en todo el territorio nacional.
Està claro que el meollo de la cuestión ahora es el modo de distribuir la tierra para ponerla a producir. Ya se sabe, que como debe ser, se acudirá a distintas formas, empresa estatal, empresa cooperativa y empresa individual, diversidad que ya es un punto de partida importante, pero si no se mejoran los caminos, si no se retoma el trazado del ferrocarril que existía, si no se crea una infraestructura conceptual y material según las posibilidades con que se cuenta, los resultados seguirán siendo circunstanciales. No hay recursos para pavimentar todos los caminos pero hasta manualmente se puede convertirlo en transitables, no se pueden poner vías férreas modernas pero se puede acudir a las viejas para el tipo de locomotora y carros que se pueden recuperar, no se pueden usar líneas telefónicas pero si quizás los teléfonos no fijos, no se pueden poner rutas de ómnibus pero se pueden usar coches con caballos por tramos, a mil fórmulas se puede acudir, algunas ya puestas en prácticas, para que Río Lázaro y Pedernales dejen de ser sitios prácticamente inaccesibles y yo pueda compensar la nostalgia de la infancia y la adolescencia llevando a mis hijos y nietos aquellos lugares a los que hoy me causa gran pena regresar.
Y lo digo en lo personal e íntimo porque sin ese sentido de pertenencia y de amor tampoco se puede avanzar y no sòlo se fomenta con estímulo monetario que es indispensable por supuesto, sino levantando la autoestima de la gente de campo, sus valores, su importancia para la calidad de vida general, y para eso son indispensables los medios masivos, las artes, los proyectos como Corí macao en La Ciénega de Zapata, como el Grupo los Elementos en Cumanayagua o el pionero de todos, Escambray que no parece muy activo últimamente.
Una buena estrategia requiere del involucramiento de todos los factores al alcance y de las especificidades según las características de cada lugar. Bajo ese principio me parece que el programa estructurado para celebrar los días estivales ha estado mejor concebido para este año, con muchas màs propuestas y màs integrales, sobre todo en la capital, aunque cada provincia ha elaborado el suyo y todos confían en una buena parte del entretenimiento lo aporta la TV que ha estrenado un nuevo canal y llenado de atractivos los ya existentes, a que escala de efectividad lo veremos después, pero justo es reconocer que ha puesto en circulación propuestas tentadoras.
Lamento no poder complacer a aquellos lectores que sòlo quieren se escriba con absoluta parcialidad sobre que no funciona bien en Cuba, para eso tienen que recurrir a ciertos espacios virtuales premiados que pecan de lo mismo que le critican al sistema, advierto con honestidad que no se llamen a engaño, para mi hasta la nostalgia sirve de remedio para llamar la atención sobre todo lo que debemos y podemos hacer para que este país mío consagre con su bienestar posible el esplendor de los flamboyanes, puntuales pregoneros de la llegada del verano, sus nostalgias y las tentaciones de inventarnos otra manera màs plena de gozar de ese don tremendo que es haber nacido aquí

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