martes, 19 de marzo de 2013








 Con mucho placer y gratitud presento este comentario del editor Carlos Fuentes sobre mi libro Los ojos del corazòn, publicado por la Editorial Cauce, de Pinar del Rio en la XXII Feria del libro de La Habana.

“Lo esencial es invisible a los ojos”
Carlos Fuentes

Dijo Antoine de Saint Exupéry en su universal Pequeño príncipe que lo esencial es invisible a los ojos, solo se ve bien con el corazón y esta sentencia ha servido a Soledad Cruz para titular el libro publicado en la colección Fililí de las ediciones Almargen de la editorial Cauce.
Soledad Cruz Guerra nació en Florida, Camagüey y actualmente vive en La Habana, escenarios que sustentan esta narración. Ha sido publicada por las editoriales Unión, Abril, Gente Nueva, Capitán San Luis y en alguna ocasión, premiada con La Rosa Blanca por la calidad de sus textos. Sus inicios fueron en el periodismo y su tenacidad en este campo la dio a conocer por toda la Isla y el extranjero. Estamos ante una Periodista devenida escritora para niños, a la cual este ejercicio del periodismo –con los rigores conocidos– la condujo a moverse con soltura en un género, también de rigores como lo es la creación literaria para niños.
Los ojos del corazón incluye siete historias –según Enrique Pérez Díaz, director de Gente Nueva– protagonizadas por niños y niñas que hoy se enfrentan a su diario acontecer, con el asombro de quienes recorren un camino que se les abre incierto en la meta de entenderse con el –a veces incomprensible y traumático– universo que los adultos trazan para ellos”. Un libro de sobria imaginación, lirismo y un deseo de trascender en pos de una ética del mejoramiento humano.
Destaca el cuaderno por la presencia de un estilo narrativo diáfano para el que la autora ha tenido muy en cuenta el destinatario que consumirá cada historia. Destaca también por una cubanidad desbordante y por la defensa de los valores identitarios necesarios en la formación de la personalidad de los infantes. Las historias son atractivas, narradas unas veces a través de un narrador omnisciente y para otras utiliza Soledad al narrador personaje en primera persona. Los cuentos no responden a una estructura clásica, pues la intención de la autora va un poco más allá, existe una unidad tonal, un hilo conductor entre ellas, a penas perceptible, que acercan al cuaderno un tanto al genero novela si consideramos que Soledad ha creado su propio cosmos a partir del personaje –digamos favorito–  Hada con H ya conocido por los que desde hace algunos años trabajamos con su naciente obra para niños.
El libro representa en su conjunto un canto de añoranza hacia lo natural; el grito que exige salvaguardar nuestra espiritualidad, los valores de nuestras raíces y expone entre otras temáticas: la crítica social al entorno urbano, la migración interna del Oriente del país hacia La Habana, los efectos que causa la ausencia del padre en la formación de los hijos y el amor en la adolescencia.
Para no dejar de ser fiel a la nomenclatura de un buen libro para niños, Soledad incluye referencias literarias como a Cien años de soledad, los Cuentos de Guane; e históricos como a Los jardines colgantes de Babilonia para reforzar aún más ese valor axiológico imprescindible en toda creación literaria para niños.
Antes de concluir me gustaría hacer referencia aparte a un cuento que destaca en el conjunto y que representa en sí toda la intención pretendida por Soledad, se trata de “Ave prefiere las montañas” donde la narración alcanza un alto relieve lírico a partir de las descripciones tan poéticas que el narrador hace de Barrio nuevo, sitio donde se desarrolla parte de las historias: Ave es una niña de diez años que según la autora, “clasifica en el equipo de los niños”: marcas de la escritura que invisten de autenticidad al libro. El personaje se debate entre la decisión de sus padres de marcharse a la ciudad de Bayamo y su deseo de permanecer en las montañas junto a sus abuelos y amigos: conocida dicotomía campo-ciudad que tendrá como solución el consentimiento de los padres de Ave que aún perturbada por el abandono, seguirá prefiriendo las montañas.
Cito: En la felicidad imaginada de Ave se produce un ruidito, igual al que se escuchó cuando a la vieja acacia se le partió una rama en la ventolera grande de octubre. Es que va a extrañar a sus padres Violeta y Narciso, y hasta la “porfía”, así lo llamó Arcadio, entre la ciudad y la montaña, pero igual que a la acacia le salió otro retoño, justo en el pedazo desnudo que dejó la rama caída, se recompone el bienestar de Ave que ahora sabe que decidir es escoger entre una cosa y otra y ocasiona un ruidito por donde puede entrar la añoranza, esa sensación que aparece cuando las nubes se estacionan en el copito de la loma donde vive, oscurecen el ambiente, empañan la mirada, borran las imágenes y Ave desea que las brumas sean desalojadas por la claridad. Pero Ave prefiere las montañas. -Fin de la cita.
No me queda más que invitarles a la lectura del libro que también lleva las ilustraciones de Dariel Curbelo, la corrección de Lizet Gómez y la edición y diseño de Carlos Fuentes y Rodríguez. Más que estimularlos, casi exijirles el consumo de esta propuesta de Soledad Cruz muy leída por su periodismo hace tres décadas atrás y que con esta creación para niños completa un ciclo en su formación como intelectual.