Con mucho placer y gratitud presento este comentario del editor Carlos Fuentes sobre mi libro Los ojos del corazòn, publicado por la Editorial Cauce, de Pinar del Rio en la XXII Feria del libro de La Habana.
“Lo esencial es invisible a los ojos”
Carlos Fuentes
Dijo Antoine de Saint Exupéry en su
universal Pequeño príncipe que lo
esencial es invisible a los ojos, solo se ve bien con el corazón y esta
sentencia ha servido a Soledad Cruz para titular el libro publicado en la
colección Fililí de las ediciones Almargen de la editorial Cauce.
Soledad Cruz Guerra nació en Florida,
Camagüey y actualmente vive en La
Habana, escenarios que sustentan esta narración. Ha sido
publicada por las editoriales Unión, Abril, Gente Nueva, Capitán San Luis y en
alguna ocasión, premiada con La Rosa Blanca
por la calidad de sus textos. Sus inicios fueron en el periodismo y su
tenacidad en este campo la dio a conocer por toda la Isla y el extranjero. Estamos
ante una Periodista devenida escritora para niños, a la cual este ejercicio del
periodismo –con los rigores conocidos– la condujo a moverse con soltura en un
género, también de rigores como lo es la creación literaria para niños.
Los
ojos del corazón incluye
siete historias –según Enrique Pérez Díaz, director de Gente Nueva– protagonizadas
por niños y niñas que hoy se enfrentan a su diario acontecer, con el asombro de
quienes recorren un camino que se les abre incierto en la meta de entenderse
con el –a veces incomprensible y traumático– universo que los adultos trazan
para ellos”. Un libro de sobria imaginación, lirismo y un deseo de trascender
en pos de una ética del mejoramiento humano.
Destaca el cuaderno por la presencia de
un estilo narrativo diáfano para el que la autora ha tenido muy en cuenta el
destinatario que consumirá cada historia. Destaca también por una cubanidad
desbordante y por la defensa de los valores identitarios necesarios en la
formación de la personalidad de los infantes. Las historias son atractivas, narradas
unas veces a través de un narrador omnisciente y para otras utiliza Soledad al
narrador personaje en primera persona. Los cuentos no responden a una
estructura clásica, pues la intención de la autora va un poco más allá, existe una
unidad tonal, un hilo conductor entre ellas, a penas perceptible, que acercan
al cuaderno un tanto al genero novela si consideramos que Soledad ha creado su
propio cosmos a partir del personaje –digamos favorito– Hada con H ya conocido por los que desde hace
algunos años trabajamos con su naciente obra para niños.
El libro representa en su conjunto un
canto de añoranza hacia lo natural; el grito que exige salvaguardar nuestra
espiritualidad, los valores de nuestras raíces y expone entre otras temáticas:
la crítica social al entorno urbano, la migración interna del Oriente del país
hacia La Habana,
los efectos que causa la ausencia del padre en la formación de los hijos y el
amor en la adolescencia.
Para no dejar de ser fiel a la
nomenclatura de un buen libro para niños, Soledad incluye referencias
literarias como a Cien años de soledad,
los Cuentos de Guane; e históricos
como a Los jardines colgantes de Babilonia para reforzar aún más ese valor
axiológico imprescindible en toda creación literaria para niños.
Antes de concluir me gustaría hacer
referencia aparte a un cuento que destaca en el conjunto y que representa en sí
toda la intención pretendida por Soledad, se trata de “Ave prefiere las
montañas” donde la narración alcanza un alto relieve lírico a partir de las
descripciones tan poéticas que el narrador hace de Barrio nuevo, sitio donde se
desarrolla parte de las historias: Ave es una niña de diez años que según la
autora, “clasifica en el equipo de los niños”: marcas de la escritura que
invisten de autenticidad al libro. El personaje se debate entre la decisión de
sus padres de marcharse a la ciudad de Bayamo y su deseo de permanecer en las
montañas junto a sus abuelos y amigos: conocida dicotomía campo-ciudad que
tendrá como solución el consentimiento de los padres de Ave que aún perturbada
por el abandono, seguirá prefiriendo las montañas.
Cito: En la felicidad imaginada de Ave se
produce un ruidito, igual al que se escuchó cuando a la vieja acacia se le
partió una rama en la ventolera grande de octubre. Es que va a extrañar a sus
padres Violeta y Narciso, y hasta la “porfía”, así lo llamó Arcadio, entre la
ciudad y la montaña, pero igual que a la acacia le salió otro retoño, justo en
el pedazo desnudo que dejó la rama caída, se recompone el bienestar de Ave que
ahora sabe que decidir es escoger entre una cosa y otra y ocasiona un ruidito
por donde puede entrar la añoranza, esa sensación que aparece cuando las nubes
se estacionan en el copito de la loma donde vive, oscurecen el ambiente,
empañan la mirada, borran las imágenes y Ave desea que las brumas sean
desalojadas por la claridad. Pero Ave prefiere las montañas. -Fin de la cita.
No me queda más que invitarles a la
lectura del libro que también lleva las ilustraciones de Dariel Curbelo, la
corrección de Lizet Gómez y la edición y diseño de Carlos Fuentes y Rodríguez. Más
que estimularlos, casi exijirles el consumo de esta propuesta de Soledad Cruz
muy leída por su periodismo hace tres décadas atrás y que con esta creación
para niños completa un ciclo en su formación como intelectual.