viernes, 8 de febrero de 2013

Avatares democràticos




Pasaron las elecciones cubanas satisfactoriamente, tendremos un parlamento de mejor composiciòn en cuanto a la representatividad de los diversos sectores sociales y ha sido votado por un alto por ciento de los electores, lo cual no ocurre en casi ninguna parte de este planeta, asi que digan lo que digan los empeñados en negar todo lo valioso que ocurre en Cuba la evidencia es notable. Estoy contenta porque a pesar de todas las contradicciones, arbitariedades, torpezas incluso en el afàn de rectificar lo que la pràctica demostrò como fallido, la mayorìa de las cubanas y cubanos siguen apostando a la Revoluciòn que mantiene escuelas, servicios de salud, garantìas del bien comùn que estàn siendo seriamente afectadas hasta en los llamados paìses desarrollados. Es un acto de lucidez colectiva porque los ciudadanos no han votado por la simpatìa o promesas de este o aquel candidato sino por la certidumbre de que a pesar de desaciertos nativos y presiones foràneas la lìnea de trabajo, la polìtica cumple su esencia de servicio pùblico como prioridad. Pero a mi como ciudadana me hubiera gustado porponer desde mi circunscipciòn al periodista Pepe Alejandro, que desde las pàginas de Juventud Rebelde con su secciòn Acuse de recibo realiza una extraordinaria labor de bùsquedas de respuesta a los problemas de las gentes y tambièn desde Canal Habana y Radio Rebelde. Hay muchos periodistas meritorios como diputados, pero Pepe Alejandro se ha ganado el derecho a ser diputado cumpliendo con una tarea que la propia Asamblea Nacional analizò: la respuesta a la ciudadanìa, tarea que està muy por debajo delos requirimientos de la poblaciòn. Un periodista sensible a los problemas cotidianos de la gente, un articulista de profundos anàlisis sobre la realidad nacional, un revolucionario a toda prueba tendrìa que ser diputado hace tiempo, y ha estado propuesto, pero misteriosamente no ha clasificado.Y este ejemplo supone uno de los aspectos que debe considerar nuestro diseño de democracia. No sòlo tienen que estar en el parlamento los mejores ciudadanos, sino los que màs capacidad tengan para el anàlisis, el discernimiento sobre los problemas, la sensibilidad y posibilidad de poder expresarlo, los lìderes naturales que existen en todos los sectores, porque no hay que ser intelectual o ilustrado para poseer esas caracterìsticas, son condiciones que poseen unos màs que otros aunque sean igualmente dignos, decentes, honrados. Por otra parte, hay un reclamo respecto a nuestro parlamento que las autoridades electorales tienen que tomar en cuenta: los electores quieren un contacto mayor con sus diputados, quieren conocerlos personalmente, intercambiar con ellos, manifestarles de viva voz sus inquietudes y no veo por què no es posible en una legislatura de cinco años que cada diputado no se encuentre con las gentes que lo propuso y votò por el o ella, tiene que establecerse una dinàmica diferente en ese aspecto porque es lo natural, pero ademàs en las circunstancias cubanas es muy necesario, como es necesario que los dirigentes del poder popular se conozcan en la base, asistan a las asambleas de circunscripciòn, den la cara, expliquen los entuertos, las posibles soluciones, informen sobre los presupuestos del municipio y el emepleo que se hace de ellos. No podemos llamarnos a engaño tenemos una situaciòn compleja en el paìs y mientras las campañas del enemigo arrecian, billete en mano, ademàs, no se trabaja casa a casa, cuadra a cuadra como los tiempos requieren y para colmo no se le da el respaldo que merecen y necesitan los delegados.Con la cantidad de emisoras radiales que existen en elpaìs y los telecentros por provincia hace tiempo que deberìan haber espacios donde los dirigentes del Poder Pupular, del gobierno, deberìan tener espacios de contacto con el pueblo, ademàs de ser visibles en fàbricas, hospitales, escuelas. Tiene que haber un diàlogo constante entre las autoridades del Poder Pupular y las gentes y no se puede esgrimir el facilista argumento de que no tienen las soluciones de los problemas concretos materiales, porque justo de ese contacto con las gentes tienen que salir las prioridades y la explicaciòn exhaustiva de lo que no tiene soluciòn por el momento. No se trata de acudir a la demagogia como hacen en otros sitios, sino de escuchar a los ciudadanos, de dedicarles el tiempo que merecen para que sientan que cuentan a escala individual, personal, que participan realmente y no sòlo porque apoyan en general a la revoluciòn. Hay otros aspectos de la vida ciudadana que no toman en cuenta ni al delgado, ni a sus electores que van desde que no se programa y anuncia la fumigaciòn , a que llegan trabajadores  de comunales y destrozan los àrboles sin que se anuncie y mientras se habla de ecologìa se niega la polìtica ecològica, hasta que de pronto alguien se acuerda de la estètica del urbanismo y se pretende que lo que costò mucho a familias para ampliarse o mejorar su vivienda sea destruido sin verdadero anàlisis con la comunidad, sin tener en cuenta que afecta o no, en que ciudad, dentro de cuales tradiciones. Entonces la tolerancia gubernamental la tiene que pagar el ciudadano y el delegado que tiene que estar al tanto de todo eso porque cosas que afectan a la comunidad no se tiene en cuenta y por ende a los reclamos de sus electores. No, asi no pueden ser las cosas por respeto elemental a la ciudadanìa y por que hay medios y suficientes dirigentes en todas las instancia para que todos esos procesos se realicen de otro modo. Es importante resticar los desaguisados del urbanismo pero no es lo mismo en la ciudad de La Habana que en Esmeralda, o Magarabomba o Mamanatuabo y si no hay suficientes recursos para reparar como los hay para destruir lo construido. Y sobre todo que esas medidas se toman y luego cada aplicador las interpreta a su manera y todo eso forma parte del Gobierno y por ende tiene que estar implicado el Poder Popular en todas sus instancias. Nuestro diseño de democracia trasciende en muchos sentidos la democracia burguesa pero no es perfecto, no funciona como deberìa, hay que dinamizarlo desd el delegado hasta el diputado. Ni las palabras, ni las buenas intenciones, ni siquiera las realizaciones que lo respaldan justifican la complacencia ante modos, mètodos, que estàn urgidos de ser constantemente mejorados segùn las circunstancias indiquen.