viernes, 29 de enero de 2010

Prohibido quejarse



(Cuento finalista entre 2000 obras en el Concurso Todos somos diferentes de España)

La abuela Zoila ha regañado a su hija Alba, la mamá de Hada con H, quien lo ha escuchado todo sin querer cuando entraba sigilosamente con Flaquito bajo el brazo para evitar una pelea màs.
Desde que Volandera le dejó a Flaquito para que aprendiera a ocuparse de alguien màs pequeño y endeble, para que aprendiera a tener responsabilidad, una especie de gimnasia sentimental contra el egoísmo, Alba culpa al pobre perrito de todos los problemas que dice sufrir y se enfurece cada vez que lo ve aunque Flaquito es una miniatura que cabe en una caja de zapatos y con un bocado de cualquier cosa se da por satisfecho y mueve su minúscula colita agradecido.
Alba se queja constantemente de todo, de que si falta esto o lo otro, de que si no alcanza aquello, de que si le duele aquí y allá aunque el mèdico ha dicho que no tiene nada para esos dolores. Hada con H extraña sus caricias y sus besos de otros tiempos, los juegos en el parque, las caminatas por la ciudad buscando rincones misteriosos. Y quiere saber cual es la causa verdadera de la neurastenia de su mamá, que es como ha calificado el papá aquel estado de molestia perenne aunque se justifique con el perrito Flaquito del cual se ocupa la abuela cuando Hada con H anda para la escuela, al grupo de los grandes porque ha comenzado el quinto grado.
Hada con H pasó todas las vacaciones de verano deseando que comenzara el curso escolar para librarse de la atmósfera desagradable de la casa. Y menos mal que aparecieron Volandera y Flaquito con consejos y cariño, pero aunque ella ha tratado de ejercitar la gimnasia de los sentimientos, que como todas las cosas necesitan ser entrenados para que se desarrollen, según Volandera, la mamá sigue igual, bueno, igual no porque empeoró con la llegada de Flaquito.
La abuela Zoila, desde su máquina de coser que no se detiene, todos los días dice algo para tratar de calmar a Alba, pero parece que decidió intentar poner remedio, coto, límite a ese estado de insatisfacción perenne que padece la mamá.
Hada con H ha escuchado la reprimenda con pena, pero esperanzada sobre todo en que Flaquito no será expulsado que es la amenaza sobrecogedora cada dìa. La abuela Zoila ha hablado con dulzura, pero con firmeza.
Le estás haciendo daño a la niña,- ha dicho-.¿ Cuáles serán las ideas y sentimientos de una criatura que sòlo escucha injurias contra la existencia? Mientras màs te quejes, màs te hundirás en el pozo sin fondo de la desesperación. Mientras màs miedo tengas a enfrentar las cosas peor te sentirás. No sé que ha sucedido con muchas gentes de ahora, que no le saben ver el costado bueno a la vida , ni han aprendido que es un cachumbambé.
Lo que estaba diciendo la abuela le recordaba las palabras de Volandera y comienza a imaginar una conexión secreta entre la abuela y esa hada viejita que dice saber màs de la vida por haberla vivido que por se r hada lo que le permitió comprender la magia al alcance de la mano.
- Pero, mamá,¿ tú crees que esto es vida? ¿Sin saber que va a suceder mañana? Esa angustia por Hada, que no crece, ¿y si se queda enana?
Hada con H detiene la respiración, ¿así que ese es el problema que tiene tan irritada, preocupada, inconforme a su mamá, el tamaño que alcanzará?
-Tu no te das cuenta, mamá,- vuelve a hablar Alba-,que esa niña ya tiene diez años, y no se le notan ni rastro de desarrollo femenino, y mira que su talla no se mueve, està en la misma desde los ocho. Y todos en la familia somos normales.
Hada con H està a punto de saltar y decirle que contrariamente a lo que piensa, a ella le hace ilusión ser mínima como las hadas y los colibríes. Pero detiene el parloteo de sus pensamientos para escuchar a la abuela.
- El tamaño de las personas no determina, ni su inteligencia, ni su sensibilidad, ni su felicidad. . Yo la veo muy bien, muy saludable, pero tú la puedes enfermar.
- Pero mamá, mira que perro escogió, una migaja de perro, y que peces le gustan los chirriquiticos y todavía usa el balancito primero, tú te imaginas lo que es tener una hija enana, que todos la miren extrañados y se burlen.
¡Pobre mamá¡, piensa Hada con H, si ella viera como sube la soga en las clases de educación física, como responde a las preguntas de las maestras y como ayuda a hacer las tareas inconclusas de aquellos que no la pudieron hacer, sabría que nadie se burla de ella y cuando le dicen Meñique, Almendrita, Liliputiense lo dicen con cariño y cuando alguien pretende ofenderla, Olo, que parece una estatua africana de ébano no lo permite, porque para él ella es su colibrí, su bijirita, su chinchila, cualquier ave pequeña, aunque se lo diga en un susurro para que los otros no se enteren.
-Ella siempre fue pequeña, como un hada, una violeta, un grano de pimienta, un caramelo, una gota de lluvia, una ciruela.¿ No te has fijado Alba de cuantas cosas pequeñas, hermosas y necesarias està hecha la vida- pregunta la abuela Zoila.
Hada con H no lo habìa pensado siquiera, pero ahora que la abuela lo ha dicho se alegra del descubrimiento y una vez màs comienza a preguntarse cuál será la medida de lo normal cuando todo a su alrededor es de diferentes tamaños.

sábado, 23 de enero de 2010

VARIACIONES SOBRE EL MISMO TEMA




No voy a decir que lo amaba desesperadamente, aunque me hubiera gustado que esa fuera la razón. En la medida que me adentro en los 40 me cuesta un mayor esfuerzo cerrar los oídos a los malvados alertas de la experiencia. Es pura perversión que esa voz secreta te advierta constantemente lo que puede suceder. Está claro que una sabe que ni el más fuerte brebaje, de esos que incluyen vellos de pubis y fragancias de ultradentro, puede evitar el ciclo fatal del amor. Aparece como tormenta luminosa que todo lo vuelca. Transforma la existencia terrena en aventura sideral, y de pronto, o lentamente, según las características de los amantes, desaparece y no hay posibilidades de enterarse de su partida hasta que vuelve el vacío, la nada infinita. Era temprano cuando lo descubrí después de pasiones que me dejaban exhausta si duraban poco o me mataban de aburrimiento si se prolongaban. Sufrí amargamente pensando que padecía una inestabilidad incurable, provocada por la costumbre de mi padre de mudarse todos los años de casa. No importaban la Ley de Reforma Urbana, ni la escasez de viviendas, ni la falta de transporte para mudanzas. Todos los años de mi vida en el seno de la familia fueron una cadena de cambios habitacionales completamente disparatados, que me llevó a llamar casa al único camión sobreviviente en mi pueblo en el período que media entre la desaparición de lo americano y la entrada de lo ruso. Por supuesto, consulté al psicólogo Vidal. Y el diagnóstico fue falta de madurez emocional. La falta de comprensión de las peculiaridades del amor pasión y el amor sentimiento. Era necesario saber distinguir los efectos de la pasión amorosa, devastadora como el fuego, pero breve, saludable incluso en su brevedad, de los sentimientos que requerían sedimentarse con el pasar del tiempo. Llegué a los 40 sin madurez emocional. Es obvio. Porque lo llamado por el psicólogo V8idal amor sentimiento era la acumulación de la fatiga que padecían mis amigas para mantener un hombre en casa. Una tarea ardua para la cual era necesario conjugar la cortesana, la geisha, la doméstica y, después de la emancipación femenina, participar económicamente. Un esfuerzo superior al requerido para merecer el Premio Nóbel, con la sutil diferencia de que los ganadores del Nóbel no podían ni imaginar lo que era enfrentarse a una lavadora Aurika o inventar una comida diariamente en una Isla donde nadie se moría de hambre, pero la ausencia de abundantes productos en el mercado creó el síndrome de la insatisfacción perenne del estómago. Pero esa es la parte vulgarizada por el abuso de las reclamaciones feministas. Me percaté que ni siquiera el problema para mí era el reparto equitativo del trabajo casero, ni la falta de vivienda. Tenía una suerte especial para encontrarme hombres que querían acogerme en sus casas y estaban preparados para ayudar en los menesteres domésticos. Mi gran desafío personal era el amor. Hice innumerables experimentos después de Marcos, acopié información de todas las épocas, observé a mis contemporáneos. Pero nada adelanté. El amor es un enigma. Una coartada frente a la biología para negarnos el animal que somos. Un condicionamiento cultural. La necesidad de fabular frente a la chata realidad. Un gran invento para librarnos del hastío existencial. Una apelación protectora frente a la amenaza perenne de la muerte. Escogí libremente mi opción. Creé mis propios estatutos tomando en cuenta todos los factores comunes que aparecían como causantes de la enfermedad o evaporación. Prohibida la convivencia. Prohibido todo género de dependencia material o económica. Prohibido pretender cambiar al prójimo masculino y convertirlo en lo que no era, ni podía ser. Prohibida la posesión concebida como propiedad. Mi madre calificó mi nueva modalidad de amor en términos muy severos. Eres peor que las putas porque al menos ellas se benefician en algo. Y toda esta locura es fruto de tu vagancia. Para mi madre tener un hombre habitualmente es un trabajo necesario que se compensa con la compañía de los domingos, la visita al hospital si enfermas y la búsqueda de los productos en la bodega después del retiro. Mi padre, sin embargo, estaba gozoso. Esa era la hija que él quería. Ningún cabrón podría hacerle pasar los malos ratos que él le provocó a un largo inventario de mujeres. Y contra la voluntad de mi madre, que al fin había logrado vivir cinco años seguidos en Centro Habana, después de veinte permutas desde Camagüey, cuando las mudanzas se volvieron intermunicipales primero a interprovinciales después, mi padre decidió cambiar la casa para que yo tuviera la habitación propia indispensable, según Virginia Wolf. Claro está que ya yo me había casado y divorciado. Había vivido en concubinato. Y había escrito los más apasionados poemas de amor que se hubieran escrito jamás, jamás publicados por editorial alguna, pero circulaban fotocopias de una punta a otra de la Isla. Existía la leyenda de que estaban censurados y por poco me convierto en una poetisa disidente sin saberlo, cuando de lo que realmente disentía era de todas las mentiras que se producían en nombre del amor. Disfruté enormemente de aquel período de amores sin amarras, postpoemasapasionados. Me sentía estable, dichosa, plena. Y los hombres que pasaban por mi habitación propia fascinados por la ausencia de preguntas, de celos, de discusiones. Alguno pretendió permanecer. Me sorprendí acariciando la idea de que permanecieran. Pero la memoria de la rutina me quitaba entusiasmo inmediatamente. Fue así que conseguí el estado de gracia que supone ser una persona libre. Es decir, una categoría superior a mujer emancipada que cumple doble jornada laboral y además tiene que pagar su parte para convivir con el pitecantropus que de vez en cuando la premia con una erección. No digo que sea un buen ejemplo. Ni hago proselitismo. Es simplemente otra experiencia que evade la soledad y da su justo lugar a la compañía masculina. Mi madre rabiaba porque en ese tiempo fui hasta vanguardia nacional. No podía alegar que era una perdida, una antisocial, alguien sin moral, ni orden. Si hubiera sido una novela la hubiera podido terminar en aquel momento feliz, pero la vida, como proclamaba el programa Contacto, no se detiene, aunque en ocasiones retrocede. Comenzó la hecatombe del este. Los dorados 80 perdieron su brillo y la entrada de los 90 fue la amarga certidumbre de que el futuro no pertenecía a nadie conocido, por el momento.... Entonces apareció Darío.

domingo, 17 de enero de 2010

Levantar ancla con las velas desplegadas





El socialismo cubano ha demostrado que se puede hacer mucho con poco para el bien común cuando existe la voluntad política para hacerlo. Sus conquistas sociales mantenidas con alto costo económico, aún en los peores momentos de la crisis, son una base importante, material y moralmente, para sostener las transformaciones que requiere la sociedad cubana, expuestas en el intenso proceso de debate de los últimos años.
La crisis económica planetaria y las dificultades propias en ese terreno obligan, después de conocer el diagnóstico, a desatar la mayor audacia y creatividad en las propuestas de soluciones. Sustituir importaciones, producir aceleradamente alimentos a escala local, repartir tierras ociosas, invertir para garantizar aspectos vitales de la existencia como el transporte, el agua, la electricidad, reparar hospitales, escuelas, viales, son respuestas, sin dudas, al justo reclamo popular de un mejoramiento en las condiciones de vida cotidiana que a la larga puede incidir en la imprescindible laboriosidad productiva.
Pero todas esas medidas favorables, siguen produciéndose en moldes antiguos, que no toman en cuenta el indispensable renuevo, apostando a que es suficiente el mejoramiento de la vida material para que las contradicciones y conflictos de la sociedad se resuelvan, sin tener en cuenta que los niveles de vida en los países socialistas eran muy superiores a los alcanzados por Cuba y eso no impidió que aquellas sociedades retrocedieran al capitalismo sin oposición popular, incluyendo la Unión Soviética.
Es imprescindible resolver los problemas económicos, pero evidentemente la solución no està en mantener los métodos que ya probaron su inoperancia. Hasta la solidaridad entre cubanos està limitada por el centralismo estatal que asume como suya exclusivamente la responsabilidad ante las catástrofes Después del paso de los ciclones del 2008, miles de cubanos llamaron a los órganos de prensa porque querían ayudar a sus compatriotas que lo habían perdido todo, ese sano espíritu que se mantiene a pesar de los daños morales que se han producido en ciertos sectores de la población, no encontró eco, ni cauce en las organizaciones populares, ni en los sindicatos que parecen no comprender que de esos rasgos de humanismo concreto dependen realmente las virtudes de cualquier esclarecimiento ideológico.
A la entrega de tierras parece habérselo puesto excesivas limitantes para estimular el retorno a un trabajo tan arduo, quizás el temor al enriquecimiento ha influido en ello olvidando que el afán en ese terreno ha conducido a que los mayores enriquecidos sean los corruptos y delincuentes y no los que trabajan realmente y que, por otra parte, existe el recurso legítimo del impuesto por tenencia y por ganancia que debe regular con justeza esos aspectos, con justeza no para desanimar a los interesados.
Tampoco se ha hecho suficiente énfasis en recurrir a las formas cooperativas que deberían ser por naturaleza las privilegiadas en un sistema que parte de la socialización de los medios de producción y de lo que se produce. Entre los cambios estructurales que requiere el país està justamente reorganizar la producción de manera que los que producen se sientan dueños reales de ella, responsables de la productividad y la eficacia, pero también beneficiarios directos y no simples asalariados. Y la traducción a la realidad de ese concepto implica que para que el conductor de ómnibus lo sienta suyo, cuide su instrumento de trabajo y la recaudación, tiene que recibir un por ciento, tiene que sentir que esa actitud suya repercute en su salario, en el mejoramiento de su vida y la de su familia, además de ser reconocido moralmente por sus resultados.
Es un imperativo de la renovación socialista que el estado deje de ser el gran centralizador, juez, parte, programador y ejecutor para ser el regulador, el gran mediador en las contradicciones que siempre van a existir, el defensor de la equidad y la justicia, el que vela por los interese nacionales, la defensa, el orden interior, la educación, la salud, la cultura como representante del pueblo, elegido por el pueblo para esa función.
Un cambio de esa naturaleza requiere de un cambio de concepto que implica la reeducaciòn de todos los que dirigen y de la sociedad toda después de un excesivo paternalismo que ha deformado a los ciudadanos y los métodos de gobierno; y como ocurre con los padres controladores y sobre protectores, un rechazo a la camisa de fuerza en que se convierte el exceso de protección.
Se ha hablado de la supresión de las gratuidades y eso me parece un paso importante para el saneamiento de la economía, pero para que tenga efectividad práctica y moral tiene que funcionar a todas las escalas de la sociedad, desde arriba hasta abajo, como reclaman los ciudadanos. Y no se trata de incurrir en el viejo error del igualitarismo, sino de establecer de manera transparente que toca a cada cual. No tiene ningún significado real que un funcionario gane un salario modesto si las gratificaciones para compensar el sacrificio de su desempeño lo supera con creces. Pero tampoco es bueno para la economía y los buenos oficios de la alabanza que un trabajador vanguardia viva en condiciones precarias, que sus hijos no perciban la utilidad de la virtud de su padre o madre, porque de lo que se trata es dejar bien claro que sòlo el trabajo, los resultados del trabajo pueden producir un mayor bienestar material y esa es una medida ética importantísima.
Entonces eliminar las gratuidades será una medida importante no sòlo para ahora, sino para el futuro, si està vinculada al concepto de que nadie, a ningún nivel, tiene derecho a gastar, ni a vivir por encima de los resultados de su responsabilidad y trabajo, porque ambos, responsabilidad y trabajo tendrán su equivalente en la remuneración que recibe.
Para romper ese círculo vicioso en que por un lado se exige mayor producción y eficiencia y por otros los encargados de lograrla necesitan un mayor estímulo salarial, - cualquiera que sepa algo de economía sabe que no se puede conseguir a capricho-, hay que invertir en dar señales claras de que el que màs trabaja con eficiencia, el que inventó un método de màs rendimiento, él o la, o los que hicieron un descubrimiento beneficioso para todos, tiene derecho a mayor bienestar.
Pero también, el contrato social tiene que ser claro en que tipo de sociedad queremos construir, que entendemos por bienestar, porque a consecuencia de la crisis vivida, de la justificada introducción de las leyes del mercado para airear la economía, de las desigualdades surgidas y de la falta de ejemplo de quienes deberían darlo, han ganado terreno algunos vicios que distan de los valores legitimados por nuestro proyecto sociopolítico. Tendencias consumistas, indisciplina social, vandalismo, diferentes formas de prostituirse, ese asqueroso criterio de que se vale según lo que se tiene y no lo que se es, egoísmos, corrupción, son atisbos preocupantes en una franja de la sociedad que pueden ser circunstanciales si tanto en el plano material, como en el espiritual se transforman las causas que lo generan a partir del entendimiento de que la realidad no es una cosa acabada, sino que està en constante construcción y por eso puede variar en un sentido o en otro.
Si queremos una sociedad que evolucione hacia las mejores y humanas propuestas socialistas, tenemos que pensarla y diseñarla entre todos, para eso es imprescindible asumir que participar no es responder a convocatorias, ni debatir, sino tener el derecho de intervenir en las transformaciones de la realidad sin creer que los que dirigen, por experiencia o buena voluntad, son los únicos poseedores de lo que conviene a la colectividad. No es que los obreros aprueben el plan de producción que ya està previsto, sino que ellos contribuyan a elaborarlo porque la información no será un privilegio de los directivos sino un conocimiento compartido.
Entender que cada cual es poseedor de saberes que pueden ser útiles a la colectividad, que los conocimientos no son un privilegio de los ilustrados, saber escuchar, comprender que las divergencia son parte de la diversidad, fomentar una cultura del diálogo, discernir que el hecho de que alguien no comparte un criterio, una medida, un proceder no significa que esté en contra del proyecto social que nos preocupa y ocupa, tienen que convertirse en recursos para el mejor funcionamiento de la sociedad.
Cuando nos eduquemos sobre esas bases no será un sobresalto que un joven estudiante haga preguntas al presidente de la Asamblea Nacional, ni que un artista haga declaraciones cuestionando la dinámica gubernamental, ni se acudirá a ese burdo método estalinista de censurar alguien, sin contar con su colectivo profesional o laborar, violando las leyes establecidas por la propia Constitución de la República y los principios éticos elementales, ni tendremos que prescindir de músicos valiosísimos porque sus canciones y sus opiniones alarman a alguien que no se alarma por la cantidad de música superficial y vana, sin valores artísticos, que se difunde por los medios estatales, no tendremos màs quinquenios ni decenios grises, ni tantas torpezas de burócratas perseguidores de cualquier nacimiento, como diría el filósofo Silvio Rodríguez.
No hay estructura socialista, ha sentenciado Fray Betto, que produzca por efecto mecánico, personas de índole generosa, abiertas al compartir, si no se adopta una pedagogía capaz de promover permanentemente emulación moral, capaz de hacer del socialismo el nombre político del amor.
El socialismo cubano tiene que hacerse de esa pedagogía. Después de cincuenta años de experiencias, de desaciertos, pero también de aciertos que lo han mantenido como ejemplo de resistencia y han servido para inspirar a millones de desposeídos del planeta es el que està en mejores condiciones de producir las transformaciones socialistas de mayor profundidad que en otros países latinoamericanos enfrascado en el mismo empeño encuentran oposiciones de gran fuerza.
En Cuba la decisoria mayoría apuesta por el socialismo, que ha creado además el capital humano para su mejoramiento. No se puede olvidar que en todas las generaciones surgen líderes, héroes, pensadores, sabios, iluminados, pero hay que darles las oportunidad de hacerse visibles y esa posibilidad la ofrecerá una concepción renovadora de gobierno socialista. A pesar de la complejidad de la situación que no se puede desconocer, las condiciones son propicias para levantar ancla de los esquemas inoperantes y retardadores y navegar con las velas de la inteligencia colectiva desplegadas,






lunes, 11 de enero de 2010

Celia, la inolvidable




Campesina bien cantada
Desde una historia tremenda
Flor en sublime leyenda
De futuro y madrugada
Abeja maravillada
Cuando brindas tu mantel
De abanico, patria y miel
Para la sed del camino...
Luna especial del Turquino
A la altura de Fidel
¿En que llama tu crisol
forjó una rosa mas fuerte
si llega y cruza la muerte
Y tu sigues bajo el sol?
¿Que filtros de tornasol
en tus virtudes consigo
cuando huérfano me digo
callado y meditabundo:
que otra cosa tiene el mundo
para compara contigo.

Raúl Ferrer

Primera Parte:
EL VENDAVAL DE LA MEMORIA.
A galope vienen los recuerdos, como aquellas carreras por la finca San Miguel del Chino, o los aguaceros interminables que hacían crecer el Río Virana en Media Luna, o las tempestades en el mar Caribe avistadas desde el litoral, aquel primer encuentro con Fidel o como latía su corazón acelerado por las furias o las penas. Todo lo ve pasar ella en cada gotita del suero que corre lentamente para entrar a sus venas cuando sabe que el tiempo se le esta achicando y pronto estará a las puertas del misterio insondable que su padre intentó explicar aquel día en Manzanillo.
Ha llegado de Santiago de Cuba agotada después del esfuerzo supremo por mantenerse en pie y sonreír a los viejos compañeros que ha condecorado este 30 de noviembre de 1979. Antes, en octubre, ha acompañado a Fidel a la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York. Al verla nadie puede imaginar que la amante e indispensable Celia de Fidel Castro està viviendo sus últimos días. Ya no puede ni disfrutar el placer de una taza de café y un cigarro, los presuntos culpables de su deterioro, aunque sonríe cuando se le aparece la niña que fue, organizándolo una huelga a la maestra Cucha Cossio en Media Luna. Y aquella vez que pintaron de verde al caballo del jefe de la policía.

En realidad su añoranza anda por Media Luna donde en el mismo año del nacimiento de su padre en Manzanillo, en l886, los hermanos Tomas, Ricardo, Arturo y Alfredo Beattie Brooks han fundado el Central Isabel a donde irá su progenitor a trabajar como mèdico en l913, luego de casarse con Acacia Manduley Alsina, a quien conoció en el parque de Manzanillo en una de sus vacaciones de estudiante.

A Media Luna la han nombrado así porque el Río Vicana que atravesaba entonces ese barrio rural del tèrmino municipal de Manzanillo, le da esa forma. La casa que el Dr. Sánchez le compra a Modesta Llopis, fue construida en l908 y resultara pequeña para la familia que se agrandaba año tras año con un nuevo nacimiento y será ampliada para acomodar a la prole, la consulta medica y el gabinete dental. Son ocho hermanos Silvia, Graciela, Manuel Enríquez, Celia, Flabia, Griselda, Orlando y Acacia. Una familia para apoyarse.

Pero piensa en Fidel, ella siempre piensa en él, aunque ande por sus días de infancia de Media Luna en este recuento definitivo. Él viene a su memoria con sus grandes dotes de seductor, su remota timidez que al violentarse puede derivar en arranques de ira incontrolada, o susceptibilidad casi infantil cuando los otros no actúan con la lealtad que espera. Celia cree que el se impone ser de un modo para llegar a conseguir lo que quiere, que ha trabajado duro sobre su naturaleza para poder realizar la tremenda empresa en que se ha empeñado. Y lo justifica aunque en ocasiones se sienta incómoda, porque él, tan adusto, tan centrado en sus afanes, no comparta sus bromas, esa necesidad de jugar que ella tiene, ese desenfado que algunos consideran inmadurez y que no es mas que expresión de su espíritu silvestre, de su necesidad de gozar la existencia desde los detalles mas ínfimos, un vestido bonito, la plenitud de un naranjo en plena floración, una fiesta, una broma.

Desde los días fundacionales de la ortodoxia ella tiene noticias de su quehacer al lado de Eduardo Chibàs. Varias veces lo busca sin encontrarlo. Pero se le volvió admirable, como persona que hace lo que dice, por el coraje de atacar el Cuartel Moncada y la expedición del Granma. Luego, se produjo una comunicación inmediata entre ellos desde el primer encuentro en la Sierra Maestra. El tan desconfiado y receloso después de las decepciones primeras en su vida personal, los contratiempos en sus ideales patrióticos y cívicos descubre en la mirada franca y admirativa de ella que puede confiar en esa mujer madura a pesar de la aparente fragilidad física de sus 36 años. En la cercanía ella se percata de muchos elementos de la personalidad de Fidel cercanos a los de un niño voluntarioso que se contraría profundamente cuando los hechos no son inclinados según sus aspiraciones pero que se impone un optimismo que transforma en energía para hacer de lo imposible una certidumbre. Es seis años mayor que él y quizás por eso, a pesar de la fascinación que ejerce sobre ella desde el primer momento, se permite mirarlo desde la altura de su experiencia. En sus sentimientos hacia él hay desvelo y responsabilidad maternal, el sentido de posesión y el celo con que se cuida lo que es muy preciado.

Ella lo ve crecer de líder juvenil, con apenas 30 años cuando el desembarco del Granma, a Comandante en jefe de las fuerzas revolucionarias después de no pocos desacuerdos, y luego a estadista con 33 años. Ella conoce de cerca sus iras y sus decepciones, sus esfuerzos en distintos momentos por conciliar disímiles contradicciones, sus dolores humanos, desde los físicos a los espirituales, será posiblemente quien sepa mas de como funciona el alma de este muchacho que guarda celosamente sus sentimientos más íntimos para que ellos no interfieran la tarea que se ha propuesto y que tiene el ímpetu divino de los predestinados a cambiar los caminos de la historia. Ese proceso lo intuyó desde el momento en que lo encontró entre los bosques umbríos de la Sierra Maestra y se lo sintetizo a su hermana Chela al regreso a Manzanillo diciéndole: ese sí es el hombre para liberar a Cuba y lo expresaba como quien ha hecho al fin el gran hallazgo de la persona que estaba esperando para darle verdadero sentido a su vida.

Melba le ha contado de la obsesión de Fidel por la lucha, de cuando incluso salían a pasear en México, a un cabaret con muchachas y el solo hablaba de Revolución, a pesar de las recriminaciones de Raúl que trataba de entretenerlo, de producirle alguna disipación para que no se angustiara tanto. Una vez lograron convencerlo de que fuera a un cabaret con Melba y Chucho Montanè y dos muchachas mexicanas. Raúl le dijo: Mira, viejo, vamos a distraernos un rato, vamos con dos muchachas, no te pongas a hablar de política, de Revolución, ni de nada, ellas no van a entender de eso. Bueno, pues tan pronto llegaron al salón de fiesta, Fidel empieza a explicarle a su acompañante sobre sus ideas y Raúl dándole con el pie por debajo de la mesa y él seguía en lo suyo. Vamos a bailar, dice Raúl y él sigue con sus explicaciones y así toda la noche.

Al regreso Raúl lo increpó por su conducta y él se enfureció y dijo que estaban en México para hacer la Revolución y no para ir a cabaret, ni paseos ni para divertirse y nunca mas hubo un momento de expansión. A ella no le ha sido fácil seguirlo y complacerlo, aunque desde que le vio sintió que estaba frente a un ser extraordinario y ¡tan hermoso¡. Quizás, como criatura acostumbrada a la grandeza del agreste paisaje, como alpinista vocacional e intuitiva sabia cuan laboriosos esfuerzos requiere la ascensión a las cumbres. Ella ha puesto en practica con él la didáctica del cariño que aprendió en su casa, con su padre, su abuela, sus tías y tíos y sus hermanos desde los años inaugurales en Media Luna.
Sabe que en una familia, por unida que sea, cada miembro tiene sus propias características y muchas veces estas entran en contradicción. ¿ Acaso entre sus propios hermanos no hay diferencias notables? Sobre hombres excepcionales tiene la experiencia con su padre. Un ser afable, pero no alegre como su madre o ella. Muy metido en sus reflexiones, en su aprendizaje constante hasta el punto de ser distraído, como suelen ser los sabios y con una profunda tristeza que soslaya en sus búsquedas constantes por descifrar los misterios de la existencia. Cuando conoce a Fidel sabe que las personas que se salen de lo común viven en otra dimensión y que su grandeza, para bien o para mal, rige todos los actos, los aciertos y los desaciertos. Y ella disfrutará de servir a esos dos hombres, su padre y Fidel, con la certeza de su privilegio al lado de ellos en momentos y circunstancias diferentes pero que van estableciendo una continuidad que de alguna manera resume la historia del país en el Siglo XX.
Han nacido y se han criado en la misma zona geográfica del país, el oriente cubano de bosques y montañas, rebeliones inaugurales y grandes fincas dedicadas al cultivo de caña, café, la explotación de maderas y la ganadería, en esa parte de la cabeza del cocodrilo que representa a Cuba y que entra en el Océano Atlántico, y se aproxima a las otras islas de las llamadas Antillas Mayores con las cuales la comunicación marina es frecuente y establece lazos culturales diferentes al occidente, mas cercano a la gran nación del norte. Hay mas olores y sabores del Caribe en la región oriental, que se expresan en la sensualidad de las canciones trovadorescas y en la cadencia del son, un ritmo que es el crisol de muchos que se escuchan por la región diversa, de Santo Domingo y Haití, a Jamaica y Puerto Rico.
Pero la educación que han recibido estos dos orientales, Celia y Fidel, es completamente diferente. Aunque ambos se relacionan en la infancia con las plenitudes de la vida en los campos, él nace en un hogar que es un típico feudo rural y ella en una casa pueblerina signada por la liberalidad en las costumbres y las creencias. Desde edad temprana él sale de la casa para estudiar y la familia que lo acoge no se caracteriza por la afectividad en el trato que le dispensa. Públicamente hará después ese reproche no en términos emocionales, como seguramente le afectó, sino en términos de equidad y justicia que es su prisma para evaluar. Después vendrán los colegios religiosos y el rigor de los jesuitas a completar su formación. Desde muy joven aparecen los signos del liderazgo, gratificados por la mentalidad machista del entorno. Él tiene todos los atributos del gran varón. Grande, fuerte, blanco, apolíneo, audaz, competitivo, aunque no el espíritu festivo de la región, se parece mas a Alejandro Magno, el guerrero que admira, que al Caribe de bachatas y boleros.
Ella crece bajo la tutela de su padre como un árbol sin los riesgos quirúrgicos de la poda. Pero frágil, menuda, con la tez bronceada por el sol y algún antepasado no blanco puro, quizás. Ha sido golpeada por grandes dolores desde la infancia que él no conocerá hasta la adultez. Dolores que la doblan en ocasiones, sobre los que tendrá que imponer su voluntad hasta desarrollar sus cualidades de arresto y valor que se van mostrando en sus capacidades organizativas y en abierta vocación por quebrar lo establecido que es causa de mas de un comentario suspicaz sobre su feminidad porque no se mide a una mujer por los mismos códigos que a un hombre. Llega a ser de carácter fuerte, impositiva cuando sabe que tiene la razón, independiente, lo cual contraria la imagen tradicional de lo femenino en su época, pero tiene la capacidad de asumir todas las funciones que la historia de la humanidad ha conferido a las mujeres, pero que a ella no le impiden comportarse como una criatura fuera de esos límites. El ha nacido predispuesto para las grandes epopeyas que lo seducen y ella para desentrañar el misterio de la lírica cotidiana, como una florecilla silvestre en el corazón de las montañas. Apegada a esa naturaleza fecunda y luminosa de su región que pondrá brisas caribeñas en los lazos de sus vestidos de niña y vuelos de sus anchas sayas estampadas. La pasión que ponen en lo que se proponen los emparienta, pero no la forma de manifestarla. Por ahí debían andar algunas de las diferencias en sus caracteres cree ella cuando los recuerdos la van conduciendo al terruño natal, aunque no deje de pensar en él y en su padre, los dos seres que han compartido su más grande amor, dos hombres que a su manera y estilos propios aman intensamente a una mujer, Cuba, la patria.
La casa de Media Luna era acogedora y el patio un verdadero paraíso oloroso con su bohío para jugar a ser la mamá que luego fue en la casa amarilla de Pilón con sus pisos rojos teñidos con mangle y aquel jardín que era su obra y su orgullo. Desde el profundo cansancio de estos días finales de 1979 la luminosidad de aquellos lejanos despeja las congojas de esa partida involuntaria que ha comenzado y que de alguna manera la sobrecoge porque es un momento particularmente complicado, que llaman proceso de institucionalización del país y esa palabreja a ella le da el pálpito de que será pérdida de frescura. Por eso vuelve, arrastrada por los paisajes más vitales de su interior a sus hogares de Media Luna y Pilón.
Esas dos casas son un tesoro en su memoria, un trasiego constante de afecto, gentes que entran y salen; la de Media Luna està marcada por la risa de Acacia, su madre, por su parloteo vivaracho con los vecinos, las recomendaciones de remedios para todos los males que competían con las recetas del esposo mèdico, luego por su ausencia que la abuela Irene consuela con cariño y comprensión y aquellos cuentos sobre la guerra de independencia de la que fuera testigo, de cuyos protagonistas fundamentales hablará y escribirá su padre.
Ha nacido y crecido mimada por el amor de los suyos y señalada por dos elementos que serán premonitorio: su padre la ha nombrado Celia Esther de los Desamparados y Celia significa en latín la caída del cielo, alguien designado para ser una persona noble, justa, amante de la naturaleza, con gran fe en la vida y en Dios, cuya llegada al mundo es motivo de gran felicidad para los suyos. Así será con esa familia extendida por toda la comarca. Las viejas Sánchez, como las llamaban, en la finca San Miguel del Chino, abuela y tías paternas que acogían en las vacaciones de caballos y ríos. Buena parte de la parentela Manduley en Manzanillo, para la adolescencia de escuelas y fiestas.
Y el mar siempre merodeándola con las olas del Golfo de Guacanayabo. Tranquilo a veces, tormentoso otras, amenazando el barco en el que iba a las clases de piano con Flabia, o las ciudades cercanas, fascinada siempre por su inmensidad aun cuando truenos y relámpagos asustaban a los otros pasajeros. Desde pequeña esa será una característica notable. No tener miedo, lo que la llevará a atreverse, desafiar riesgos, a protagonizar acciones que los conservadores llaman locuras y que para ella son el disfrute, la posibilidad de transgredir moldes a los que no se ajusta porque le cercenan la libertad que necesita. Tal vez por eso le cuesta trabajo adaptarse a los esquemas de las escuelas primero y a los requerimientos formales de la vida pública cuando forma parte del gobierno.