viernes, 16 de enero de 2009

La belleza



Hay quien cree que la belleza se compra en la shopping. La shopping ha pasado a ser un presunto valor estético, un supuesto signo de calidad y de poder social. La existencia de dos monedas, el bajo valor adquisitivo de la que llaman nacional, la falta de calidad de los establecimientos donde se venden los productos que se ofrecen en ella y de los propios productos han ido creando códigos falsos, a falta de mejores referentes, junto a esa tendencia que tenemos los seres humanos del mimetismo que asegura nuestro lejano origen en los simios.
No voy a estructurar una oda diritàmbica a la pobreza, la escasez o a lo importante que es saber vivir con poco, porque generalmente quienes hacen esas propuesta a los otros no suelen cumplirla en su hábitat o forma de vida. Tan sòlo quiero hacer notar cuantas fuentes de belleza tenemos gratuitamente que no usamos, cuanta belleza podemos fomentar en nuestro entorno de la cual nos privamos y privamos a los otros. Y claro, no puedo evitarlo porque es parte mis concepciones estéticas, voy a hablar de la naturaleza.
Cuando camino por nuestros pueblos y ciudades, por las zonas rurales incluso, el deterioro no es sòlo en las obras creadas por los seres humanos, casas, parques instalaciones deportivas o culturales, sino en la falta de aprovechamiento de la naturaleza. El deterioro tiene que ver mucho con los problemas económicos y materiales sufridos en los últimos años, pero también con la falta de cuidados, que es una de las peores características del subdesarrollo mental, enfermedad que produce daños tan serios como cortar un árbol porque dan mucho trabajo sus hojas caídas, sin pensar que vale el esfuerzo con la limpieza si el premio es una planta hermosa que nos da sombra y refresca del calor.
La màs humilde casa, con jardín si hay espacio, con macetas si no lo hay, puede resultar un sitio acogedor y agradable, una cerca que no se ha podido reparar tiene en las floridas enredaderas de piscuala o coralillo un modo de tupir el entramado roto y de ofrecer un regalo a los ojos, cuanto espacio vacío se puede llenar con árboles, plantas, flores en áreas verdes, parques, terrenos baldíos, en la casa de cada cual.
Cuesta trabajo creer que en medio del campo incluso se encuentran casitas desvalidas sin un árbol que las proteja, sin unas plantas que alegren su imagen, sin un frutal y ese es otro crimen contra la nutrición que se comete en el país. En todos los patios, en todas las carreteras, en cada espacio disponible debería haber árboles de coco, de guanábana, de caimito, de mango, de limones. Se vive de espalda a la naturaleza en este país de naturaleza pródiga, donde muchas plantas se dan con facilidad hasta en los terrenos menos fecundos. Se vive de espaldas a una de las fundamentales fuentes de salud y belleza, valga la redundancia por lo relacionado que están ambos concepto a escala espiritual.
Ya se que los que viven hacinados en cuartos y casas improvisadas tienen otra idea de lo bonito, y que hay una idea generalizada de que primero hay que resolver los problemas materiales, concretos, que las florecitas y las maticas no solucionarán los conflictos, pero si muchos pudieran descubrir que el bienestar està relacionado también con esos prodigios espirituales que cada ser humano puede conseguir por encima de las circunstancias adversas y que la naturaleza es el santuario original de la belleza, se sentirían mucho màs aliviados, los que lo duden prueben a soportar las tórridas temperaturas del verano a pleno sol o bajo el techo de zinc o cartón, fibrocemento, o a la sombra de un frondoso algarrobo, o de un almendro. Lo sé por experiencia de estrécheses, carencias y calores compensados bajo una guàsima.
Es indispensable el culto a la naturaleza desde la casa y la escuela para que se aprenda a disfrutar de tantas cosas que tenemos al alcance del bienestar y no hay que comprarlas en ningún sitio. Hay que levantar una espiritualidad ahora en quiebra, como referente de la belleza.

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