martes, 16 de septiembre de 2008

Alabanza













Amo las gentes de mi país que saben llorar y reír, hechos de levadura epopèyica que les hace crecerse ante las adversidades y los grandes dolores, que se desbordan en humanidad con los mismos bríos de la naturaleza que les adorna la vida con su esplendor o los fustiga como ha ocurrido ahora con los huracanes que han destrozado el archipiélago de un extremo al otro, a pesar de lo cual muchos optimistas repiten podía haber sido peor y yo estoy segura que en cualquier sitio del planeta un desastre como el sufrido por Cuba hubiese producido centenares de muertos y caos social.
En medio de la desolación impuesta por los vientos y las aguas reconforta ver emerger los sentimientos de solidaridad en aquellos que llenaron su casa segura de los vecinos con viviendas menos sólidas, los soldados que arriesgaron sus vidas para evitar la pérdida de compatriotas arrastrados por corrientes rápidas, los artistas que raudos partieron a las zonas donde la catástrofe se ensañó como Isla de la Juventud y pasaron el segundo ciclón protegidos por los damnificados del primero.

1 comentario:

Josemi FN dijo...

Querida Sole. Dediqué casi el 80 porciento de mi reciente viaje a Cuba a mi padre. Quizá andaba buscando yo esa sabiduría que flota en su demencia senil. "¿Que coño haces tan lejos, me dijo, -Si yo estoy aquí para abrazarte".
No tiene ni papel para limpiarse el culo, la comida es escasa, los zapatos rotos. "Le dió su bolsillo, dice Martí en la Edad de Oro - le dió su manta, le dió un beso..."
Un vecino andaba vendiendo unos ajíes cachucha que cultiva en su huerto y un poli le puso 300 pesos de multa, por "actividades económicas ilísitas". Ay, no joda.
Si algo bueno me enseñó el marxismo es que la base de una sociedad es económica. Ya se que los noruegos se suicidan por soledades y "otros demonios" como diría El Gabo, pero coño que desastre de economía envuelta en Reguetón hay en La Habana.
Ojalá que algún día podamos mezclar un poco de nuestras alegrías y nuestro desenfado con la prosperidad económica, ojalá que algún día se den cuenta la falta que le hacen los pequeños dueños a nuestras miserias y la oferta y la demanda, en vez de convertirlas en nuestras juradas enemigas, les pongamos el traje de milicianas.
Gracias por tu blog