domingo, 22 de noviembre de 2009

El único accidente nombrable




La tierra da una vuelta y otra más,
los días pasan, os empujo sin piedad
como si no fueran a acabarse, como un don
propio, particular, de gran sacerdotisa
descubridora al fin de los días del vivir
los de esperar alguna cosa buena
un simple gesto de interés, un canto,
la punta fina de una locura nueva
ese aìre tenso y dulcede cualquier comienzo
los días diferentes del pasar
ese tiempo que transcurre sin sentido
predecesor tan solo de sucesos venideros.

La tierra gira siempre y apenas te percatas
si se produce el único accidente nombrable
más que el éxito o el poder, gemelos desiguales,
es el amor quien establece los horarios
el que funda las estaciones pavorosas
de vivir o pasar

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