lunes, 15 de marzo de 2010

MUNDO


Mi padre se convirtió
en sabio
acumulando tardes
aprendió a domesticar
los colibríes
y a saludar las amapolas
para alegrar mi envejecer
con sus ancianos cuentos
de otro mundo
cuando cortaba caña
medialuna
con ocho años
o enyugaba los bueyes
para encontrar el agua lejos
como un paseo entre tomeguines
mientras su madre pastoreaba
las horas y los muchachos
y el padre alistaba los gallos de pelea.

Todo era más apacible
me comenta
hasta la violencia
el horror daba horror
por inusitado.

No es que fuera mejor
me rectifica
bajo farol de keroseno
y sin televisión
estábamos más solos
apresados en sombras
sueños, desvaríos
que persisten
aclara pícaro.

El mundo se
ha vuelto viejo
como yo, dice
pero no sabio.