miércoles, 30 de julio de 2008

La probable eternidad de Catuca




Fragmento
¡Al fin había organizado algunas ideas! Se ufanaba Catuca, cuando las primeras sombras la obligaban a guardar su block de notas en el bolsillo de su blanco batòn de opal. Se dispuso a gozar de la entrada de la noche en la granja. Los que vivían en las ciudades se perdían ese espectáculo cada día, aunque les quedaba el concierto de los gorriones, esos citadinos de cualquier latitud geográfica sobrevivientes al plan de aniquilación en China, a las lluvias y nevadas de Paris y al calor agobiante de cualquier ciudad cubana. Entre las ultimas claridades y las primeras sombras se producía una quietud que apresuraba el acomodo de los animales y las plantas para la noche. Las aves del corral y los pájaros chillaban sus últimos decires antes de acomodarse en el follaje de los árboles, las vacas mugían llamando a sus terneros, los carneros y los chivos berreaban mientras los perros les ladraban para que entraran a los sitios de abrigo y los guineos irredentos cantaban y cantaban con el entusiasmo de quien burla las normas de la domesticación.
Todo era ruido en medio del silencio que avanzaba como un aliento del infinito incorporador de las estrellas y la petulancia de los olores, apenas perceptibles a la luz plena. Un aliento húmedo y fresco a la vez, como una túnica que fuera cubriéndolo todo y sirviera de campana de resonancia a los sonidos en el aire. Se podía escuchar entonces el murmullo del batey como si quisiera comunicar secretos indistinguibles, el ulular de la sirena del tren lejano, la marca en el viento de algún auto de tránsito por la distante Carretera Central. Una extraña sensación de lejanía y cercanía a los misterios de la existencia porque la noche en el trópico tenia el don de hacer visible, sentible, las sutilezas que la insolencia de la luz opacaba.
Catuca bendijo a su bisabuelo Narciso Jacinto por habérsele ocurrido edificar La Maison en aquel sitio y a sí misma por decidir quedarse allí al amparo de la intemperie que los citadinos sufren cuando están en la plenitud del campo abierto. En aquella hora indefinida entre luces y sombras gozaba del esplendor del claroscuro. Entonces apareció la pregunta impertinente. ¿ Por que apareció esta diversidad, esta riqueza, esta armonía entre las desproporciones? De la pulga al elefante, de la flor silvestre a la magnolia, de la miniatura a los grandes objetos siderales, únicamente el ser humano parecía poder percatarse del gran jolgorio del universo como razón mayor para temer su muerte. ¿Para què todo aquel jaleo magnífico? ¿ Cuál era el sentido más íntimo del derroche de formas, colores, olores, complejísimos sistemas gravitacionales o respiratorios?
¡Que! difícil era el porque sí como respuesta¡ ¡Y cuanto desentendimiento había traído a la especie el empeño en racionalizar el azar!


domingo, 27 de julio de 2008

TRIBULACIONES COMUNICATIVAS DE DIOS




Era uno de esos días en que Dios se ponía nervioso porque no encontraba el modo de comunicarse con la Tierra.

Los terrícolas estaban totalmente entretenidos, absortos, en el más reciente invento demoníaco: el ordenador, una máquina que reproducía los más complejos mecanismos del cerebro humano y que devolvía incluso la capacidad perdida de establecer contacto entre ellos desde los más disímiles puntos del planeta, una suerte de telepatía global sin que mediara ningún esfuerzo espiritual, ninguna energía mística, con simplemente presionar un teclado se podía atravesar el mundo conocido navegando por redes que conducían a cualquier sitio.

Dios estaba como que de vacaciones permanentes desde que el Papa Juan Pablo II había situado el infierno en la Tierra, convencido de que si quería ser consecuente con las exigencias para la entrada al paraíso no estaría muy ocupado.

¿Qué hacer para volver a sentirse laborioso? Se preguntaba Dios mientras recorría a grandes zancadas el infinito. Pensaba y pensaba, esperando una iluminación que le permitiera decidir lo correcto.

Finalmente comprendió que no le quedaba otra alternativa, si quería ser tenido en cuenta. Se conectó a INTERNET.

jueves, 24 de julio de 2008



Me ha traicionado la esperanza
Esperpéntica coqueta
Siempre empeñada en sazonar
La desazón con colores ambiguos
Artesana conspicua de todo lo roto
Cociendo a su antojo lo incierto
Confundidora irremediable
Y necesaria en la ciénega
Donde los troncos confunde
Y las raíces pierden su mítica firmeza
En componenda con las aguas
Enlodadas y los peces sucios
Ah... esa prostituta vocacional
Debí espantarla después
De la última sequía
Cuando los cauces murieron
Abandonados por los holgazanes
Muchas fueron las oportunidades
De echarla desde que el coro
Se deshizo y monocorde fue
El tono y el canto
Pero insistió, siempre insiste
Esgrimiendo recursos fu turísticos
Racimos de salmos melodiosos
Mañana, comenzar, confianza
Puentes y puertas seductores
Hasta que el golpe afinca
Traicionero.
Me ha traicionado la esperanza
Pero no tengo alternativas
La perdono.

SOS TIERRA: LAS NOSTALGIAS Y TENTACIONES DEL ESTÎO




LAS NOSTALGIAS

Desde los días de infancia el verano es sobre todo tiempo del esplendor de los flamboyanes. Cuando en los alrededores de la escuela primaria Sierra Maestra, de Florida, empezaban a llamear sus flores bermellón era el anuncio grato de que se acercaban las vacaciones. Entonces no habìa planes vacacionales y programaciones de verano, pero tampoco tanto calor o quizás el calor no se tomaba en cuenta con los baños en el Río Lázaro y su vieja represa, próximos a la casa de los abuelos y su arboleda protectora, única sobreviviente por obra de no se sabe cuál milagro en medios de los avatares del campo cubano en los màs recientes cincuenta años.
Un mar verde de cañas, interrumpido por grúas y bateyes, árboles frutales y la línea del ferrocarril que comunicaba a aquellas tierras del norte de la llanura camagüeyana entre Ciego de Avila y Florida, a màs de quinientos kilómetros de la capital, con toda la provincia, y que le daban a las vacaciones el aderezo de las excursiones en la chispa de la reparación o el motor, según las distancias, a los cercanos caseríos de Adela, María Lola, o a la lejana Velazco pasando por el batey de Río Lázaro y otros muchos existentes en el itinerario que aproximaba al mar.
Hasta los juegos, las pesquerías, los paseos, llegaban las preocupaciones de los adultos con la Guardia Rural, los desalojos de campesinos, los niños que morían sin poder llegar al hospital, las parturientas que no sobrevivían al parto como tía Brígida, la mala paga por las cañas llevadas al Central Estrella, donde primero vi una premonitoria Torre Eiffel, porque el administrador era de origen francés, decían.
A causa de decisiones que no compartí, aunque comprendo que formaron parte de las presiones del llamado Período Especial en tiempo de paz, el Central Estrella, luego República Dominicana desapareció como otros en el país y no puedo dilucidar a quien de los pocos visionarios funcionarios locales o nacionales se le ocurrió quitar la línea del ferrocarril que se usaba para transportar la caña, pero también a los lugareños, en buena parte de esa comarca prácticamente deshabitada ahora, privándome en lo personal de aquellos recorridos en el lento motor de pasaje o en la locomotora que trasladaba los carros de caña o la aventura de subirse encima de las cañas hasta el próximo chucho con permiso del maquinista y contribuyendo, una vez màs al éxodo de los campesinos y obreros agrícolas que quedan en la zona, donde también el terraplén se ha desdibujado asaltado por huecos y marabú.
Mucho, pero mucho antes de ese panorama desolador post crisis de los 90, hubo otras vacaciones gratísimas, llenas del misterio de escuchar a Radio Rebelde a escondidas, de jugar a la guerra entres barbudos y casquitos y otras esperanzadoras con nuevas escuelas en la zona, alfabetizadores, trabajadores voluntarios que venían a hacer la zafra, primos que se iban a estudiar a un lugar inimaginable con nieve llamado Moscù, otros que se iban a las escuelas de milicias en Camaguey o a subir cinco veces el Pico Turquino, el màs alto de Cuba, desde donde mira Martì gracias a la gestión del doctor Sánchez Manduley y de su hija Celia.
Y la numerosa familia fue pasando las fronteras locales, expandiéndose al país y al mundo y quedándose en otros sitios porque las estrenadas oportunidades eran casi ilimitadas pero el terruño nido se fue quedando vacío, como ocurrió en todo el territorio cubano hasta llegar a ese 75 por ciento de la población que se volvió citadino mientras sòlo un 25 por ciento vive en zonas rurales, mientras mi padre ingenuamente preguntaba ¿quién va a trabajar la tierra si todos serán artistas, deportistas, ingenieros, arquitectos, científicos?
La nostalgia veraniega se ha desatado después de escuchar el reciente discurso de Raúl Castro ante el Parlamento Cubano, el viernes 11 de julio del 2008, que ha llamado literalmente a volver a poner el corazón y los pies en la tierra y sentirme tentada ante la amplia información del esfuerzo que se realiza en el país para que, a pesar de limitaciones y obstáculos, de la crisis mundial, de la subida del petróleo y los alimentos, el verano sea una estación memorable.

lunes, 21 de julio de 2008


LAS TENTACIONES

Miles son las causas injustificadas unas, justificadas otras para que las dos zonas del campo donde transcurrió parte de mi infancia y luego parte mi adolescencia, la primera al centro norte del Camaguey y la otra al extremo sur de esa antigua provincia que hoy es un pedazo de otro creada bajo el nombre de Las Tunas, en las inmediaciones de Francisco Guayabal, sean la antitesis del desarrollo que el proceso liberador inaugurado el año 59 produjo en otras regiones del país y en la mayoría de los sectores sociales, científicos, educacionales, médicos.
A mis parientes, campesinos auténticos en la zona del Río Lázaro o en Pedernales, siempre le escuché las preocupaciones por las muchas motivaciones publicitarias para la superación en las màs disímiles profesiones y las pocas para que las nuevas generaciones miraran a la tierra como la madre y sostén de todas las otras riquezas posibles. También la crítica a pretender hacer funcionar las tareas productivas agropecuarias como si fuera una fabrica, una industria, sin tener en cuenta las características del clima en los horarios y establecer horarios que no tenían en cuenta las particularidades de la cría del ganado, desde la vigilancia necesaria a la atención a imprevistos como los partos de las hembras.
Hablo con propiedad, como decían en mi familia, porque pude ver las diferencias, por ejemplo, entre las vacas que criaba Manolo Porto en Pedernales en la zona conocida ahora por Amancio Rodríguez y las de la finca estatal contigua. Claro a aquellas no le faltaba el agua, ni la comida, ni las palabras cariñosas, los nombres a los que respondían. Eran menos y respondían a una técnica tradicional en desuso ante el empuje de nuevas tecnología llegadas de todas partes del mundo.
Por supuesto, hubo época de verdadero esplendor ganadero en las fincas estatales cuando existían todas las condiciones, hasta establos con aìre acondicionado y música indirecta, pero en la medida que los recursos fueron desapareciendo las vacas se fueron deprimiendo, desapareciendo, azotadas además, por largos períodos de sequía, pero las de Manolo siguieron engordando y dando leche gracias al molino de viento que garantizaba el agua, a los esfuerzos, a los cuidados, al amor que le enseñaron sus mayores, cultura que se fracturó a causa de un diseño de desarrollo que apostada a lo moderno y a la abundancia de recursos, de parque tecnológico, de petróleo que generosamente llegaba de la Unión Soviética, sobre todo.
Me parece faltar al sentido histórico, epocal, decir que esas decisiones fueron erróneas porque en el mundo entero la modernidad ha sido entendida siempre como abandonar lo viejo y asumir lo nuevo, como si lo antiguo que se abandona no fuera parte también de un momento del desarrollo técnico, por eso si por una lado me parecen valiosos los análisis de lo que no funcionó, mejor me parecen las propuestas sobre su base de que es lo que puede funcionar. Y ahí es donde me resulta indispensable la asunción del concepto de desarrollo sostenible del que no existe suficiente información y no parece regentar las estrategias de transformaciones diseñadas para hacer verdaderamente productivas las tierras hoy baldías o llenas de marabú en la campiña cubana, aunque se hable de la utilización alternativa según las necesidades de bueyes o tractores.

SOS TIERRA

La cultura urbana es la que se ha impuesto en el planeta, no es un problema exclusivo de Cuba y con ella ha proliferado el derroche, el consumismo, la falta de vínculos con la naturaleza, la tonta creencia de los terrícolas de que pueden dejar de tenerla en cuenta para su sobrevivencia en el planeta porque el diseño de bienestar y felicidad està basado en los fetichismos que crea el mercado. Como siempre ocurre después de las exageraciones de nuestra civilización, han aparecido tendencias en los países que llaman desarrollados de diseño de otra tipo de vida fuera del ritmo crepitante de las grandes urbes, que intentan llamar la atención sobre la necesidad de disfrutar de otra manera la existencia màs apegada a principios màs naturales, menos artificiosos, sin negar las ventajas de las tecnologías màs recientes pero aprovechando las ya acuñada por la práctica.
En Cuba se han hechos intentos de variar algunas concepciones hasta en el plano del descanso y una muestra ha sido el fomento del campismo para las vacaciones pero ni siquiera en ese plano se ha potenciado un sentido del goce o conocimiento de la naturaleza pues mayoritariamente estos están en las proximidades del mar, que es lo que se prefiere en el verano, y lejos de fomentar el disfrute de ciertas condiciones rústicas se ha invertido en ellos gran cantidad de materiales de construcción y se han vuelto tan sofisticados como cualquier otra instalación hotelera. Justo este verano se han remozado numerosas bases de campismos que acogerán a miles de vacacionistas.
Otros esfuerzos han sido el programa Turquino de reanimación de la vida en las montañas, la agricultura urbana, las unidades de producción del ejèrcito, todos generados por el Ministerio de las Fuerzas Armadas. Pero quien repase las líneas para el desarrollo, antes incluso de la crisis de lo 90, se percatará de que se apostó a todo, la industrialización, el azúcar, el conocimiento, las ciencias, luego el turismo, ahora el petróleo, pero no a la suficiencia alimentaria como base indispensable de todo lo restante porque se supuso que con los resultados de todos esos empeños se contaría con los recursos para garantizar la alimentación, como se ha hecho sòlo que a un costo que lacera la economía y a los ciudadanos a la larga.
Y como tales eran los presupuestos conceptuales se fue a bolina la cultura agraria de la nación con la mejor de las intenciones porque en realidad la agricultura en el trópico es uno de los trabajos màs arduos que existen y màs riesgosos a partir de las imprevisibles condiciones climáticas. Un temporal, un ciclón, una sequía prolongada pone en riesgo las mejores cosechas. También las numerosas plagas que el propia calor favorece.
Un grupo de meritorios científicos sociales afiliados a la Unión de escritores y artistas de Cuba logró, con el apoyo de esa institución, organizar lo que se dominó Bienal de cultura agraria. La primera tuvo lugar en Cabaiguàn, Santi Spiritus, a unos 300 kilómetros de la capital en el invierno del 2003, todavía Juventud Rebelde me hacía el honor de publicar mis trabajos, pero apenas pude hacer públicas unas notillas porque el tema no parecía ameritar màs, luego, aunque advirtiéndome que no estaba perseguida, ni mucho màs, prescindieron de mi trabajo, aunque, me pagan todos los meses, y no volví a ocuparme de la Bienal pero tampoco he visto ecos a escala de medios masivos de ese evento que debería ser prioritario desde entonces, particularmente ahora que es indispensable fomentar el interés por el tema.
La Organización no gubernamental Antonio Núñez Jiménez, tiene por su parte un interesante trabajo destinado a desarrollo sostenible y como parte del tema a ecología pero lamentablemente tampoco tiene la beligerancia pública que debería salvo algunas menciones educacionales en la TV. Justo en esa primera Bienal agraria hablé con una de sus especialistas fascinada por las posibilidades que ese criterio de progreso humano podría ofrecer y me confesó que a juzgar por el interés de las instituciones y autoridades decisorias o no tenìa un real conocimiento del tema o no les interesaba.
Cito esos dos ejemplos para llamar la atención sobre el hecho cierto que la Revolución ha propiciado que tengamos especialistas en este, como en tantos otras esferas de la vida, pero como ocurren en tantas otras cosas no se articulan todos los recursos humanos y técnicos existentes en pos de una estrategia.
Esa es la razón por la cual en la radio, la televisión, el cine, los periódicos, las referencias al campo están limitadas a ciertos programas campesinos al estilo de los años 50, alguno a la difusión de ciertos resultados o a la publicidad de campañas, o a asombrarse de que el marabú inundó parte de las tierras cultivables, o que los precios de los productos están muy altos, pero no a fomentar una cultura sobre la tierra y la manera de hacerla productiva o a informar las alternativas inteligentes que ofrece la concepción de desarrollo sostenible, que no es otra cosa que aprovechar las propias posibilidades que ofrece la naturaleza, la manera de usarla pero también reproducirla, el aprovechamiento y reciclaje de lo que parece desechable, lo cual se hace de manera parcial en algunos sitios, y por tanto sin la coherencia que se requiere en todo el territorio nacional.
Està claro que el meollo de la cuestión ahora es el modo de distribuir la tierra para ponerla a producir. Ya se sabe, que como debe ser, se acudirá a distintas formas, empresa estatal, empresa cooperativa y empresa individual, diversidad que ya es un punto de partida importante, pero si no se mejoran los caminos, si no se retoma el trazado del ferrocarril que existía, si no se crea una infraestructura conceptual y material según las posibilidades con que se cuenta, los resultados seguirán siendo circunstanciales. No hay recursos para pavimentar todos los caminos pero hasta manualmente se puede convertirlo en transitables, no se pueden poner vías férreas modernas pero se puede acudir a las viejas para el tipo de locomotora y carros que se pueden recuperar, no se pueden usar líneas telefónicas pero si quizás los teléfonos no fijos, no se pueden poner rutas de ómnibus pero se pueden usar coches con caballos por tramos, a mil fórmulas se puede acudir, algunas ya puestas en prácticas, para que Río Lázaro y Pedernales dejen de ser sitios prácticamente inaccesibles y yo pueda compensar la nostalgia de la infancia y la adolescencia llevando a mis hijos y nietos aquellos lugares a los que hoy me causa gran pena regresar.
Y lo digo en lo personal e íntimo porque sin ese sentido de pertenencia y de amor tampoco se puede avanzar y no sòlo se fomenta con estímulo monetario que es indispensable por supuesto, sino levantando la autoestima de la gente de campo, sus valores, su importancia para la calidad de vida general, y para eso son indispensables los medios masivos, las artes, los proyectos como Corí macao en La Ciénega de Zapata, como el Grupo los Elementos en Cumanayagua o el pionero de todos, Escambray que no parece muy activo últimamente.
Una buena estrategia requiere del involucramiento de todos los factores al alcance y de las especificidades según las características de cada lugar. Bajo ese principio me parece que el programa estructurado para celebrar los días estivales ha estado mejor concebido para este año, con muchas màs propuestas y màs integrales, sobre todo en la capital, aunque cada provincia ha elaborado el suyo y todos confían en una buena parte del entretenimiento lo aporta la TV que ha estrenado un nuevo canal y llenado de atractivos los ya existentes, a que escala de efectividad lo veremos después, pero justo es reconocer que ha puesto en circulación propuestas tentadoras.
Lamento no poder complacer a aquellos lectores que sòlo quieren se escriba con absoluta parcialidad sobre que no funciona bien en Cuba, para eso tienen que recurrir a ciertos espacios virtuales premiados que pecan de lo mismo que le critican al sistema, advierto con honestidad que no se llamen a engaño, para mi hasta la nostalgia sirve de remedio para llamar la atención sobre todo lo que debemos y podemos hacer para que este país mío consagre con su bienestar posible el esplendor de los flamboyanes, puntuales pregoneros de la llegada del verano, sus nostalgias y las tentaciones de inventarnos otra manera màs plena de gozar de ese don tremendo que es haber nacido aquí

viernes, 18 de julio de 2008


Esta isla es mágica। Ni los españoles, ni los norteamericanos, ni los rusos pudieron entenderla pero les fascino a todos por igual. Esta isla nació para el litigio y va a tener al planeta en discusión por mucho tiempo, hasta que sus habitantes descubran que son hijos de los orishas con extraterrestres y que les esta destinada la hora sin sombras cuando los árboles derribados vuelvan a crecer, cuando las matas de guanábana, las de mameyes, anón y chirimoya sean bosques, el canistel resucite, el níspero y la guayaba sirvan de pasto a los caballos, cuando los olores de los mangos compitan con los del galán de noche, los jazmines y las azucenas perfumen las ciudades y a las Jutías pueda dárseles de comer en las manos, mientras se leen los secretos de las ceibas en los parques. Esta isla que parece languidecer en la agonía, ensaya, quizás sin saberlo, la nueva era en el universo, el cambio de estación en la galaxia. Sus puertos volverán a abrirse al trasiego continuo. El cedro y la caoba valdrán tanto como el oro. Sus aguas dulces y salobres le darán la energía que le falta y el sol encenderá luces en las noches. Todos los muertos vinieron a decírmelo al mediodía. Zoila, mi madre, Luis Carlos, Alexis, Cira, Milagros, el Che, Celia. Los muertos y los dioses, y ese extraterrestre mensajero que aterriza en mi balcón y me enamora y no acepto, hasta no estar segura de que no tiene otras ataduras siderales.

martes, 15 de julio de 2008


Amor

¿Que hacer si Dios toca a la puerta
Por mucha envidia que recibirlo
Despierte en los vecinos?

lunes, 14 de julio de 2008

DESLUMBRAMIENTO





Soy una tonta
Que se fascina con la luna llena
Los misteriosos azules circundantes
Y gasta tiempo preguntándose
Que hacemos dando vueltas
Sobre el fuego
Quien nos trajo hasta aquí
Para luego devolvernos
A no se sabe dónde
Cuanto de pez hay en la estampida
Cuanto de ave trunca
En los recogimientos

Soy una tonta
Fascinada por la armonía
Difícil de los universos
Hormigas y galaxias
Esa diversidad emparentando
Estrellas, gusanos, alas
Fluyendo como un río
Con cauce ancho para
El equilibrio de las salamandras
Para mover las olas y los montes
Auspiciadores de los cantos
Todo se mueve y canta
Están en su sitio las nubes
Las raíces, los parásitos
El cactus en el desierto
El flamboyán del trópico
Los caracoles marinos y las nieves
Cada cual en sus cumbres distantes

Soy una tonta que cree
En las reencarnaciones
Los presentimientos
El karma y la energía
La libertad fecunda de la mente
La originalidad y el atreverse
Para justicar
Que hacemos aquí
Huérfanos del armonioso desempeño

sábado, 12 de julio de 2008

CAMAGÜEYANAS TRASCENDENTALES




Trascender para las mujeres, desde las épocas más remotas, siempre fue equivalente a pasar por encima de los innumerables obstáculos que la sociedad humana coloca antes las hembras de esta especie desde el mismo momento en que nacen las niñas.

Para que una mujer trascienda en cualquier ámbito tiene que ser escandalosamente destacada, mucho màs que un hombre para ser reconocida, aunque como casi todo el mundo dice sin recato, detrás de todo gran hombre hay una gran mujer, lo cual no exime a esa gran mujer de permanecer a la sombra de la grandeza masculina.

Como así, se ha comportado la historia de la humanidad, generalmente las mujeres que han logrado trascender suelen conseguirlo a partir de ser el apoyo, la ayuda, el sostén de revolucionarios, guerreros, relevantes descubridores o pensadores de los cuales se reverencian sus huellas, sus aportes, sus legados, mientras en alguna parte de tales homilías y ditirambos se menciona escuetamente alguna colaboración femenina.

A pesar de esas condicionantes generales en el Camaguey, a màs de quinientos kilómetros de la capital, una de las villas fundacionales de Cuba, a la cual la UNESCO acaba de inscribir por su valores en la lista de sitios Patrimonio de la Humanidad, en el Siglo XIX hubo una pléyade de mujeres que se hicieron de un sitio en la historia por si mismas y su valía fue reconocida por los mejores hombres de su época, quienes en varios casos contribuyeron a su formación y las eligieron como compañeras por los meritos de inteligencia y valor. Entre ellos surgieron amores paradigmáticos como los de Amalia Simoni e Ignacio Agramonte y Ana Betancourt e Ignacio Mora.

Camaguey fue también el sitio de nacimiento y formación de la trascendental Gertrudis Gómez de Avellaneda, quien por su talento literario y su arrojo figura entre los más grandes escritores hispanoamericanos y va a ser para las camagüeyanas un punto de referencia para el homenaje, aunque a diferencia de otras no fue de las mujeres lugareñas que alcanzó el relumbre de la insurgencia contra España.

Es a partir del Álbum poético fotográfico de escritoras y poetisas cubanas, escrito por Domitila García de Coronado en 1868, y dedicado a Gertrudis Gómez de Avellaneda, que tenemos noticias sorprendentes de la cantidad de camagüeyanas que intentan trascender las limitaciones impuestas y expresarse públicamente, porque uno de los problemas para la trascendencia femenina es el silencio que comenzó a ser esquivado mediante diarios y epístolas cuando se les permitió aprender a leer y escribir. Porque para trascender hay que tener la suerte de poder ser conocida y valorada.

Es muy interesante apreciar como las camagüeyanas de clase alta, de familias de abolengo, con la impronta de las ideas separatistas del yugo español comienzan a crecer como seres humanos mas allá de las buenas costumbres hogareñas, de la educación refinada, la preparación para ser esposas y madres ejemplares. Y ese será un núcleo fundamental. Pero habrá otro núcleo y es el interés por la expresión artística.

Lamentablemente, por tratarse de mujeres no se ha estudiado con suficiente profundidad, esos atisbos de grandeza de los que quiero dejar constancia para estimular la búsqueda. Y se conocen menos las que no fueron esposas de grandes personajes, pero es muy significativo que desde el primer gesto insurgente contra España en 1851, cuando la primera expedición de Frasquito Agüero que fue ejecutado, las mujeres manifestaron su rebeldía cortándose los cabellos, que era entonces uno de sus signos distintivos.

Las dos guerras de independencia tuvieron en las camagüeyanas apoyo valioso y es importante nombrarlas para conjurar esa muerte verdaderamente definitiva que es el olvido. Entre aquellos legendarios seres està por derecho propio Concha Agramonte Boza, quien participó en las dos contiendas y perdió cinco hijos en la lucha. Figura también Ana Josefa Perdomo, que fue la compañera de Joaquín de Agüero, otro mártir de la independencia antes de 1868. Gabriela de Varona Varona perdió a todos los hombres de su familia en la guerra de los Diez años, fue hecha prisionera, sufrió humillaciones y dolores y se reincorporó a la lucha en el 95. Caridad Agüero Betancourt, finalizada la contienda del 68, se fue al exilio y regreso en el 95 con armas que se utilizaron en el levantamiento de junio de ese año en las Guasimas de Montalbán. Juana Arias, peleó en las batallas de Las guasimas, La sacra, Palo Seco y Los melones y se ganó los grados de Coronel del Ejercito Libertador, otorgados por el Generalísimo Gómez.

Otras fueron arriesgadas mensajeras, como Beatriz de Varona Guerra, conocida como La calandria. También Maria Aguilar Borrego teniendo tan solo 15 años fue una colaboradora excepcional en el 95. Antes habían sido asesinadas Mercedes y Juana Mora de la Pera en la manigua y Ana Josefa Agüero Varona fue ejecutada por orden del Gobierno español en 1876.

Dentro de ese panteón de mujeres que trascendieron a favor de la gesta independentista està como figura cimera Ana Betancourt Agramonte de Mora, con una historia verdaderamente peculiar. Ana pertenecía a una de las familia acaudaladas del Camaguey y recibió la educación tradicional de las mujeres de su época. Pero en 1854, a los 22 años, se casó con Ignacio Mora de la Pera, quien a diferencia del común de los mortales se empeñó en cultivarla intelectualmente. El esposo se convirtió en su profesor y le enseño idiomas, gramática, historia, porque evidentemente queria una compañera con quien compartir sus ideas de progreso y libertad. Ignacio Mora se hizo notable por sus actividades conspirativas y luego del Alzamiento de las clavellinas, donde inicia la guerra del 18 68 los camagüeyanos, Ana tuvo que salir de la ciudad porque era perseguida por sus ideas.

Cuando el 16 de abril de 1869 se constituye la Republica de Cuba en Armas, después de escuchar los debates de la asamblea constituyente, Ana improvisa un mitin y pronuncia una arenga histórica:

Ciudadanos: La mujer en el rincón oscuro y tranquilo del hogar espera paciente y resignada. Esta hora hermosa rompe su yugo y desata las alas.

Ciudadanos: Aquí todo era esclavo, la cuna, el color y el sexo. Vosotros queréis destruir la esclavitud de la cuna peleando hasta morir. Habéis destruido la esclavitud del color emancipando al siervo, llegò el momento de liberar a la mujer.
Gracias a Ana Betancourt la Republica de Cuba nacía con un elemento que ignoró por completo la Gran Revolución Francesa, el factor de la emancipación femenina, con el cual, al plantearlo Ana se adelantaba un siglo en el reclamo de los derechos de la mujer.

Cuentan que Carlos Manuel de Céspedes, el gran primogénito de la independencia cubana la abrazó diciéndole: El historiador cubano, al escribir sobre este día decisivo de nuestra vida política, dirá como usted, adelantándose a sus tiempos pidió la emancipación de la mujer.

Ana Betancourt Agramonte sufrió los avatares de su época. Perdió a su amado en la guerra, fue hecha prisionera, salió obligada al exilio, pero nunca abdicó de sus ideas y su casa de Madrid fue refugio de cubanos patriotas hasta el mismo día de su muerte el 7 de febrero de 1901, cuando preparaba su regreso a Cuba.

Amalia Simoni de Agramonte padeció igualmente los rigores de la lucha por la independencia cubana. Era una muchacha cultivada, que sabia idiomas y había viajado por Europa, cuando Ignacio se prendó de ella. Dulce de carácter, pero firme al punto que cuando su padre no aprobó el matrimonio por considerar que Agramonte tenia menos fortuna, Amalia le expreso: No te daré, papá, el disgusto de casarme contra tu voluntad, pero si no es con Ignacio, con ninguno me casaré.

Es antológica la historia de aquellos amores con los que Amalia fue consecuente hasta su muerte, y muy significativo que sus dos hijos se gestaron en la manigua hasta que no tuvo otra alternativa que marchar al exilio. Pero antes protagonizó sucesos verdaderamente memorables. En una oportunidad fue hecha prisionera y el jefe español del entonces Puerto Príncipe le pidió que escribiera a Agramonte para que depusiera las armas. La respuesta de Amalia fue contundente: Primero me cortará usted la mano que le escriba yo a mi marido que sea traidor. Un gesto coherente con la mujer que siempre había dicho a su amado: Tu deber antes que mi felicidad es mi gusto, Ignacio mío.

En el exilio en Estados Unidos, cuida de sus dos hijos pequeños, pero desarrolla un fuerte activismo a favor de la independencia de Cuba. Cuando muere Agramonte el 11 de mayo de 1873, Amalia esta en Mérida, México y enferma de gravedad por la pérdida de su adorado. Regresa a Puerto Príncipe al finalizar la Guerra de los Diez Años, pero al recomenzar la contienda en 1895 el Gobierno español la obliga a emigrar. De regreso a Estados Unidos se empeña en colaborar con la lucha y hasta aprovecha su bella voz de soprano en funciones para recaudar fondos. Al terminar la guerra se opone a la intervención americana y a la Enmienda Platt. Cuando el gobierno cubano de la época quiere otorgarle una pensión se niega y responde: Mi esposo no peleó para dejarme una pensión, sino por la libertad de Cuba.

¡Fáciles son los héroes con tales mujeres¡ expresó Marti con razón comentando las actitudes de estas mujeres que no eran dulces damas inteligentes, sino criaturas de gran entereza y coraje frente a las adversidades de la vida que supieron continuar dignamente sus existencias y algunas como Aurelia del Castillo, no sòlo sobrevivieron con decoro sino que hicieron una obra cultural importante manteniendo la memoria de los tiempos gloriosos y difíciles que les tocaron vivir.

El 6 de mayo de 1870 Aurelia protagonizó un matrimonio escandaloso al casarse con el Comandante del Ejercito español José Francisco González en momentos en que se libraba la guerra por la independencia de España. Sin embargo, el amor de Aurelia quedò justificado cuando su esposo protestó por el fusilamiento del patriota Antonio L. Luaces, a causa de cuya actitud fue deportado a España junto con su esposa.

Como tantas otras mujeres del Camaguey, Aurelia sufre el exilio. Regresa cuando termina la Guerra de los 10 años. Justo en 1895 queda viuda y ese primer fascista, creador de campos de concentración que fue Valeriano Weyler la expulsó del país. Regresa en el 98 y expresa el impacto que la devastación deja en ella en un poema de gran significación sentimental y patriótica.


Ruinas

Ruinas de mi hogar querido
¡ en que tristezas os contemplo¡
donde estáis estuvo el templo
de mi amor y mi ventura.
...............................................
Escombros de mi ventura
Que dais de la muerte el miedo
De mi patria sos remedo
¡Cuba es hoy inmensa ruina
Más divina
por fin despliegas al aire
la libre enseña de Baire¡

Aurelia despliega una intensa actividad periodística y literaria y sobre todo ésta redunda en un interesante trabajo de solidaridad entre las mujeres escritoras, pues se empeña en escribir sobre la obra de sus contemporáneas. Ya desde 1878, en su articulo La mujer cubana, muestra interesantes ideas contra las diferencias sociales y la esclavitud. Señala entonces la diferencia entre amo y esclavo particularmente nefastas para la mujer porque son las peores condiciones para formar su sentido moral.

En otro articulo, Esperemos, de 1895, se refiere claramente a una realidad que no ha sido trascendida en nuestros días: La mujer siempre esta entre las muchedumbres, nunca entre las altas dignidades. Cuando publica en 1915 La mujer camagüeyana propone un monumento que glorifique a la heroica, a la abnegada, a la patriótica mujer cubana y en 1918 en Mujeres antes que hombres señala como error fundamental de la educación formar hombres sin formar al mismo tiempo y aun antes, mujeres. Tal ha sido el absurdo.

Fue de las primeras biógrafas de La Avellaneda, a quien dedicó poemas y homenajes como a otras mujeres que consideraba valiosas, entre las que se encuentran Evagelina Cossio, Ana Betancourt, Carmen Bazan, Dulce Maria Borrero, Emilia Bernal de Labrada, Mercedes Matamoros y Nieves Xenes. Este es uno de los aspectos más importantes de la labor de Aurelia del Castillo, su vindicación de hacer visible los esfuerzos de innumerables mujeres por ser reconocidas como seres actuantes y pensantes, además de poner en práctica una actitud solidaria entre mujeres creadoras, poco común en nuestros días, porque entre los grandes dramas femeninos està la falta de una verdadera unión para alcanzar lo que les corresponde, mientras a lo largo de la historia humana la competencia que impone conseguir los favores del varón ha menoscabado muchos intentos valiosos.

Domitila García de Coronado, de quien prácticamente no se habla, se esforzó en similares empeño. Domitila, intenta dar continuidad de alguna manera al Álbum cubano de lo bueno y lo bello que fundó Gertrudis Gómez de Avellaneda en 1860. Desde 1868 prepara su Álbum poético y fotográfico de escritoras y poetisas cubanas. Le escribe a La Avellaneda sobre su intención y ésta le responde desde Sevilla el 14 de enero de 1868, agradeciéndole que lo dedicara a ella y animándola en el empeño, que no se repetirá hasta que en 1998 la Editorial letras Cubanas publica el Álbum de poetisas cubanas.

Domitila García funda la publicación El céfiro en Camaguey, en 1886, con la colaboración de la poetisa Sofía Estévez Valdés. Desarrolla una prosifica labor periodística en El eco de Cuba, Correo de las damas, La crónica habanera. Su matrimonio con Nicolás Coronado y Piloña no le impide continuar su intenso quehacer. Con él funda el colegio Nuestra señora de los Ángeles y crea la primera Academia de tipògrafas y encuadernadoras en Cuba. Escribe numerosas obras: Método de lectura, Los cementerios de La Habana, Consejos y consuelos de una madre a su hija y el Álbum de escritoras y poetizas que se puede encontrar en los archivos de la biblioteca provincial de Camaguey.

En ese Álbum aparecen mujeres que gracias a Domitila quedarán registradas para la historia, tuvieron su pedacito de trascendencia, que no es lo mismo que ser famosas, condición que depende de diversos factores que van desde ser la compañera de un hombre trascendente hasta la suerte de encontrar medios par difundir la obra, personas interesadas en valorar lo realizado y circunstancias apócales, elementos todos en los cuales las mujeres han tenido desventajas hasta el día de hoy.

El álbum de Domitila recoge para la posteridad el quehacer de Isabel Velasco y Cisneros, Brígida Agüero y Agüero, Concepción Agüero y Agüero, Emelina Peyrellade, Angelina Agramonte de Primelles, Pamela Fernández de Laude, Marta Pierro de Poo, Isabel Velasco y Cisneros, Agueda de Cisneros Betancourt, Emilia Bernal Agüero y Maria Eloisa Agüero de Osorio, cantante para la que José Marti tuvo elogios. Claro està que la más significativa, la gran diva entre esas trascendentes desconocidas es Gertrudis Gómez de Avellaneda, personaje polémico hasta nuestros días para quienes piden una integralidad a los seres humanos que es muy difícil de corresponder sobre todo cuando la vara para medir es prioritariamente la actitud política.

Gertrudis Gómez de Avellaneda no fue una insurgente contra España. Era ya una carga bastante pesada de llevar su genio creador siendo mujer. Fue mucho el esfuerzo para hacerlo valer en la metrópolis. No tuvo el desprendimiento o le faltò el valor que empleó a fondo para no casarse con el designado de su familia, tener una hija fuera de matrimonio y pronunciarse abiertamente desde muy joven contra esa esclavitud enmascarada a la que han estado sometidas las mujeres a lo largo de la historia de la especie. Pero fue patriota, porque amo a Cuba y una libertaria confesa con principios tan elevados como no reconocer otra aristocracia que el talento. Como las criaturas inmensas tuvo grandes virtudes y grandes defectos y enormes contradicciones que la laceraron siempre y que no fueron comprendidas ni por hombre tan cabal como José Martì que no disfrutaba de su elocuencia, ni de su pasión, negando que de la pasión sale la poesía porque el era màs apegado a la proverbial dulzura femenina de los sentimientos que celebró en la lírica de Luisa Pérez de Zambrana.

Quizás esa fue una de las causas de sus desentendimientos con otra camagüeyana ilustre por haber sido su esposa y madre de su hijo: Carmen Zayas Bazàn, quien merece una investigación màs a fondo que simplemente encasillarla en la traidora esposa incomprensiva del sin duda maravilloso ser que fue Martì. ¿ Por que la escogió él ¡ ¿ Fue solo por su proverbial belleza y donaire, tan señero en las camagüeyanas de la época? ¿ Por que la fascinación reciproca inicial se convirtió en doloroso desencuentro? ¿ Serìa sòlo por sus afanes patrióticos y su pobreza que ella no lo comprendió? Habrá que estudiar que pasó con este hombre genial, adorador de las mujeres y adorado por ellas, que cuando llega casado con Carmen a Guatemala, Maria Granados muere de amor, según el propio Marti. Y después de contradicciones varias, cuando Carmen decide reunírsele en Nueva York se encuentra con Carmen Miyares de Mantilla, con la cual Martì tiene una hija.

Y que pasó con esta señora, Carmen Zayas Bazàn, de familia rica, que lo eligió entre todos esposo, sabiendo quien era, como pensaba?. Està claro que no es una de esas camagüeyanas patriotas, pero quizás Marti, como tantos otros hombres revolucionarios, se permitió libertades amorosas que la orgullosa Carmen no podía tolerar justo cuando por ser la esposa de él, estaba condenada a una vida de penurias y sobresaltos para la cual no había sido preparada. Pero es muy curiosa la actitud de esta mujer que reclama el cadáver de Marti cuando el muere en Dos Ríos y no impide, a pesar de las concepciones retrógradas de ella y su familia, que su hijo, el Ismaelillo se incorpore al Ejercito Libertador.

Queda mucho por investigar sobre estas y otras mujeres condenadas al silencio y al olvido porque se ocupa en exceso tiempo y espacio para glorificar las glorias masculinas. Por eso también se conocen poco, de tiempos mas acá, a mujeres como Felicita Ortiz Córdova, mulata humilde, maestra comunista, entregada a la lucha contra Machado, cercana a Blas Roca en el empeño de dotar a la clase obrera de conocimientos, compañera del líder azucarero Jesús Menéndez en su ultimo viaje. O como Gilda Zaldivar Freyre, camagüeyana que fue la primera cubana en bailar ballet clásico en Europa. O como Vicentina de la Torre, fundadora del ballet en Camaguey. O Candita Batista , artista destacadísima, reverenciada como Vicentina en el terruño pero poco visible en el plano nacional, porque vivir en provincias es todavía un handicap màs grave para la mujeres, incluso si como Marta Jiménez tiene un premio internacional UNESCO como ceramista.

Si investigáramos, sin profundizáramos, nos quedaríamos sorprendidos y sorprendidas de la cantidad de mujeres en Camaguey, en Cuba, en todo el planeta, con aportes sustanciales a la cultura de la especie humana. Recordarlas, hacerlas visibles es el primer compromiso con lo trascendente femenino escamoteado en la historia de la humanidad.

miércoles, 9 de julio de 2008

Alas desplegadas





Mi niña es una gacela
Que en la bicicleta vuela
En el mar las olas monta
Y en mi corazón
Deshace los tumultos
De las penas
Diablesca y revoliquera
Mi niña es una gacela
Que a las nubes se remonta
Y pone en mi barco velas
Navegar me hace mi niña
Y me convierte en gacela
Cuando en bicicleta vuela
En el mar las olas monta
Y en mi corazón
Deshace los tumultos
De las penas.


LA DAMA DEL ALMENDARES.
Desde que la Literatura comenzó a resultarle un lugar inhóspito y las películas no contaron mas historias de amor según su ideal, pasaba las calurosas tardes estivales a orillas del Río Almendares, entre los frondosos y antiguos árboles del parque. Llegaba cada día con su equipaje. Una bolsa con varios compartimentos, en los cuales organizaba el agua hervida, congelada, para que estuviera fría por largo rato; las naranjas peladas, para el aperitivo y como plato fuerte, un pan con queso y guayaba, tostado en el disco, parecido a un pequeño platillo volador. A buen recaudo de la contaminación de la humedad, ubicaba sus ovillos de hilo con las agujetas de tejer y el cojín de seda china azul turquesa con un dragón dorado en el centro. Enfundadas en un nylon estaban las chinelas de andar en casa, en el mismo tono y con igual ornamento que el cojín, repetido también en el mínimo banquito para reposar los pies.
La ceremonia
Instalarse en el banco mas protegido por la sombra de una yagruma y un jagüey que confluían, era una ceremonia meticulosa. Como una maga iba sacando de la bolsa todos aquellos prodigios, lentamente, como si tuviera a su disposición todo el tiempo. Primero situaba el cojín. Se acomodaba sobre el para cambiar los zapatos por las chinelas. Después colocaba el banquito al alcance de sus pies. Ponía el agua y la merienda al alcance de su mano y luego de acomodada como para una larga estancia, recogía su largo pelo blanco con dos palitos chinos, sacaba las agujetas y los hilos y tejía mientras su mirada vagaba entre el revoleteo de los gorriones, el bullir de la brisa en las hojas, de un lado a otro, con absoluta independencia de las manos movidas a tal velocidad que apenas podían distinguirse entre el estambre azul turquesa.

Marino Roble, el guarda parque, se había aficionado tanto a aquella ceremonia vespertina que trabajaba intensamente, hasta en pleno mediodía, para poderse dedicar a contemplarla con deleite. ¿ A quien le recordaba aquella dama ¡?. Porque era una dama a juzgar por las apariencias y aunque él sabía que las apariencias engañan, también estaba seguro que tampoco hay que desdeñarlas. Cada gesto de aquella mujer trasmitía distinción. Había que ver con cuanta gracia y agilidad se recogía el largo cabello con aquellas dos agujetas, con cuanta delicadeza servía el agua en el vaso y con cuanta suavidad comía. Era hermosa, tenìa estampa, donaire, como una palma real y así la llamó para siempre: Señora Palma Real.

Camelia del Valle no estaba ajena a las observaciones perseverantes del guarda parque. Despertar la curiosidad en los otros era algo que le ocurría frecuentemente. Cuantas mujeres gemelas tendría por el mundo, a cuantas se parecería para que con tanta frecuencia la trataran como una persona que no era ella. Cada día de su vida estaba marcada por la misma pregunta hecha por los interlocutores más disímiles y en los escenarios más diversos. Perdone, ¿ no es usted la actriz de la telenovela Una luz en el camino?. Disculpe, usted se me parece a alguien conocido,¿ no es la que anunciaba el jabón Camay? No quisiera importunarla, pero me parece que usted fue la reina del carnaval del año... Se le había tornado tan habitual aquella perenne confusión que ante cada pregunta sonreía displicente sin aclarar quien era. En realidad le agradecía a una de aquellas gemelas desconocidas su más bella historia de amor.
La historia irrepetible
Aquella tarde acudía al Hotel Habana Hilton a solicitud de un cliente con el que nunca se encontró. No hizo mas que colocar uno de sus pequeños pies en el lobby cuando aquel hombre se le echó encima con tal pasión que apenas podía respirar. Se sintió profundamente conmovida ante el susurro en sus oídos: Dolores, querida Dolores, yo sabía que no me abandonarías aunque ese monstruo te amenace de muerte. Se dejó arrastrar por él hasta la habitación 2001. Nunca se olvidaría de ese número. Y se dejó amar con fruición y correspondió desde lo hondo, aun sabiéndose impostora. La noche transcurrió sin que el amor diera reposo hasta que vencidos durmieron y despertaron para volver a amarse sin saber si era día o noche, olvidados del tiempo y las fechas.

Una mañana ella despertó cuando él dormía aún. Tomò hilo y agujetas que nunca faltaban en su cartera y comenzó a tejer, como siempre lo hacía, a gran velocidad, mientras su cerebro buscaba una manera de explicarle a aquel amante desesperado que no era ella su Dolores, sino Camelia del Valle, que perdería su trabajo a causa de haber dejado un cliente esperándola pero que por primera vez el sexo le habìa parecido un suceso verdadero por humano. Al despertar él la miró arrobado y ella intentó, tartamudeando y sin dejar de tejer, explicarle su confusión. Pero él no le diò oportunidad.


-No te inquietes, ya se que no eres Dolores por la pasión que pusiste. Ella es igual a ti por fuera, pero incapaz de arriesgarse como lo has hecho tú. Me gustas. No me cuentes nada, no me digas quien eres y sigámonos amando
Los cambios
Siguieron amándose por largos años en aquella torre que él compró en Jaruco junto al mar. Ella tejía para él, hacía cortinas, sábanas, fundas de almohada. Siempre con hilo o estambre azul turquesa que era el preferido por su amado. Porque ella lo amaba tanto como para poder resistir aquella torre solitaria y sus ausencias, en ocasiones prolongadas. Sabia por los regalos, si había estado en Tokio o Nueva York, en Roma o en Paris y nunca supo a que se dedicaba. Nunca hubo preguntas entre ellos mas que la ridículas de los enamorados. ¿ Me extrañaste mucho? ¿Cuánto me amas?¿ De aquí a donde me quieres? Y entonces venían las demostraciones de cariño. Un día él quiso mudarse cerca del Río Almendares y en otra casa torre se refugiaron. Podían ver la desembocadura del río en el mar y luego tomar un bote y recorrer todo aquel tramo por las aguas, descansar en el malecón, refrescarse con un granizado y volver por las aguas hasta el Parque Almendares y subir hasta su torre para amarse.
Afuera todo comenzó a cambiar, él no podía hacer ya sus largos viajes y cuando al nuevo gobierno se le ocurrió hacer el cambio de moneda, no pudo soportarlo. Murió de un infarto a pesar de que en el banco quedaba suficiente dinero para seguir viviendo largamente. Ella creyó morir pero no murió y entonces quiso conocer todas las historias de amor que se habían escrito o filmado y así se convirtió en una especialista que escribía críticas para los periódicos siempre bajo seudónimo sin abandonar nunca el tejido con hilo o estambre azul turquesa.

Pero un día no encontró màs historias de amor a su gusto ni en los libros, ni en las películas. Volvió a leer todas las obras conocidas y a ver los filmes en la Cinemateca primero y luego, cómoda en su torre, cuando logró comprar su maquina reproductora de video. Hasta saberlas todas de memoria. No buscó nuevas. Muerte, violencia, sordidez, desastre, eran, según su parecer, los signos de novelas y películas. Entonces decidió refugiarse en el Parque Almendares para repasar los detalles de aquel amor que había superado todas las películas y todas las novelas que se escribieron y se hicieron sobre el amor entre un hombre y una mujer. Solo eso recordaba de su vida, como si no hubiese existido nada màs, como si todo hubiese comenzado en el Habana Hilton y terminara con la muerte de Héctor por una causa baladí, sin importancia, a su modo de ver.

Bajo la sombra de los árboles, reeditaba sus días con Héctor. Y siempre sonreía feliz de saberse un ser privilegiado por aquel amor no agotado ni con la muerte. En una de esas sonrisas espléndidas sorprendió al guardabosque espiándola y sonrió segura que una vez mas la confundía con alguien. Pero el no se acercó. Pasó el verano. Llegaron las lloviznas y ciclones del otoño tropical. Apenas pudo venir alguna vez. Pero cada tarde el guarda parque estaba allí, como si la esperara. Cambió sus horarios en mas de una ocasión, pero el siempre estaba allí y la miraba casi con afecto, como miraba los nenúfares en el estanque de los peces, y los troncos de los jagüeyes.

La sorpresa
Llegò diciembre fresco y ella se permitió enviarle un pull over tejido, azul turquesa, por supuesto. Lo dejó con la muchacha de la cafetería a quien le regaló una manta del único color en que ella tejía. Roble agradeció el envío dejándole una botella de miel de abeja con la misma muchacha pero siguió mirándola desde la misma distancia. Buscando en su cerebro esa misma imagen de mujer, màs joven, cuando el pelo no era blanco. Hacia mucho tiempo, cuando él administraba el Habana Hilton y podía pedir por catálogo la hembra que màs le gustara. Entonces vino la imagen completa de aquella muchacha seleccionada en Casa Marina. Tenia que ser ella o su hermana o su prima. Pero la habìa escogido por esa estampa de palma real y aquel gesto, sosteniendo el cabello en la nunca, que más que coquetería le daba un aire de distancia, de fineza. No era como las otras que aparecían en las fotos. Tenia que ser ella.

Camelia del Valle estaba recogiendo su equipaje cotidiano del Parque Almendares cuando sintió, mas que viò, al guarda parque a sus espaldas.

- Usted no me conoce, no se ofenda, no quiero agredirla, pero usted no acudió a una cita que tenia conmigo en el Habana Hilton, usted desapareció desde ese día.
Camelia sonrió y sonriendo, casi con alegría, respondió.

- Al fin, alguien no me confunde con otra persona. Entonces usted era el cliente

Desde ese día Camelia no falta al encuentro con Robles, aunque llueva o haga frío. Y està pensando seriamente en invitarlo a su torre para enseñarle sus recuerdos de Héctor y agradecerle con cuanta paciencia e interés escucha sobre aquel amor que le cambió la vida, porque es maravilloso encontrar a alguien que le sigan gustando las historias de amor verdadero y no esas que escriben y sobre las que hacen películas ahora.

lunes, 7 de julio de 2008


Asombro

No nací con alma de tendera
Mío es el universo
Sus curvaturas y riesgos
Los cataclismos en que renacen
La estrella oscura en el confín
De la galaxia
La diminuta flor silvestre en
El desierto
Partícula cósmica soy
Dotada de asombro

miércoles, 2 de julio de 2008

CARTAS CREDENCIALES


La mujer que presenta sus cartas credenciales ante ustedes viene desnuda. En este momento de confesión que supone impúdica, no representa a ninguna tendencia política, creencia religiosa, partido o gobierno. Ni siquiera a alguna ONG. Es una decisión completamente personal porque no quiere causar alarma, ni que alguien vaya a sentirme comprometido por el apoyo, pero le gustaría ser considerada la representante del sueño de tocar lo imposible. La feliz representante, entiéndase.

Esta mujer que voy a develar ante ustedes se ama a sí misma, no sólo por el afán de cumplir el principio cristiano aquel “…amad al prójimo…” y a pesar de que sus camaradas más ortodoxos la censurarán por lo que de seguro han de considerar el pecado del individualismo. Esta mujer siempre ha vivido a riesgo de ser mal interpretada, calumniada, condenada por actuar según los arrebatos de su corazón, que su cerebro secunda o viceversa, en medio de una pelea feroz entre sus ángeles y sus diablos, pero dichosa de poder vencer dentro de sí y fuera de sí misma los obstáculos enormes que supone ser mujer y pretender ser persona, miembro pleno de la especie humana en cualquiera de los regímenes económico-sociales que conoce el planeta.

No. No se asusten. No va a esgrimir un manifiesto feminista, asunto también trascendido desde que aprendió el duro oficio de ser mujer y sus maravillas, entre las que cuenta poder disfrutar de la compañía masculina, de ese acople perfecto de los cuerpos distintos, anticipada práctica sideral de la penetración de un cohete interplanetario en una estrella negra. Ella aprendió olvidando los consejos y quejas de sus antecesoras, a convertir las presuntas sombras del ser femenino en goces inefables. Amó sus olores peculiares de mujer. Las molestias mensuales fueron naturales características, admitidas como una diferencia que, interrumpidas, podrían crear el milagro de su vientre crecido hasta estallar la luz en el hueco oscuro y profundo de la siembra. Parir fue el orgasmo más prolongado que recuerda y el orgasmo es para ella el tramo más exacto de una cuerda entre la vida y la muerte. Llegó un día en que no reclamó más la felicidad como un don que sólo se podía conseguir en compañía de un hombre. No. No fue que intentara prescindir de ellos desde entonces –jamás pretendería renunciar a ese placer desafiante —sino que simplemente entendió que únicamente los escogidos renuncian a los privilegios que les vienen de cuna para ponerse al lado de los desposeídos. Y algo más definitivo todavía: la felicidad no es una estación a donde se llega, sino un modo de viajar. De cada cual depende cuán ligero será el equipaje y la ruta del recorrido.

No fueron conclusiones de hoy para mañana, sino una metamorfosis de lágrimas, desgarraduras, de caer y levantarse, de sacarle ventajas a la angustia y al cansancio sin renunciar a otro convite que hacía la vida alrededor y empujaba a no quedarse rezagada. Había un proyecto mayor que todos los pequeños fracasos personales.

Si ella se canta a sí misma, como el poeta Whitman, no es para estimular su autoestima, la cual está muy bien desarrollada, sino para celebrar el suceso que le ha propiciado ser lo que es y no otra cosa y parecerse a la isla donde nació en lo polémica, contradictoria, colórica y cambiante. Porque ella apareció en la isla el día exacto, cuatrocientos sesenta años después que Don Cristóbal Colón, el Gran Almirante de la Mar Oceana, avistara las costas de Cuba y fascinado exclamara: “es la tierra más hermosa que ojos humanos vieren”. La coincidencia siempre ha sido un símbolo para esta mujer, un cordón umbilical que nada podrá romper, ni aunque el mismísimo Atlántico esté por medio.

Ella lleva a su isla entrañable en el corazón, orgullosa de sus mil verdores, de todas las gamas, como si el origen del verde hubiera sido allá, y también el del azul. Nada es verdaderamente azul en este planeta, sólo ese mar que empuja y acaricia la isla, sin moverla, y la torna columpio, mecedera perenne que desborda las ansias y obliga a mirar al cielo para ensancharse. Ella vive orgullosa de las gentes que se dan en esa isla, donde la grandeza fructifica mejor que la caña de azúcar y el tabaco, y nos e cansa de alabarlas porque sin esos antecedentes fundacionales, los nativos aniquilados en la conquista por el bárbaro, prefiriendo ser quemados vivos que aceptar el yugo; los negros africanos amasando azúcar con lágrimas y sangre y cantando y cantando como antídoto para el dolor, cantando y cantando hasta la rebelión y la república libre del palenque; sin aquellos descendientes de españoles que se sintieron hijos de la isla y abandonaron los salones para pelear en la manigua, sin aquel amasijo, no hubiera nacido la nación ajiaco entre veleros y piratas. Una nación de poetas tiernos que el ansia de libertad transformaba en fieros guerreros aferrados al sueño imposible para una isla de escoger el camino deseado y no el impuesto desde afuera.

Esa es su estirpe. Lo supo pronto esta mujer y la reverenció como escudo de familia. Ese es su abolengo. Un abolengo de verdores y azules, de nativos cobrizos que se rebelan y negros y blancos rebeldes. Un abolengo de arcoiris como gen adicional que define la pertenencia a una forma de ser Cubano. Lo agradeció como coronación suprema en la búsqueda del sentido de la vida las mil veces que ha quedado sin rumbo, suspendida en la duda o en la desesperación absoluta en que la sume que no baste decretar la bondad y la belleza para que imperen, ni siquiera en la Isla…

De ahí provienen sus mayores desgarraduras, las cicatrices que oculta detrás de su fiereza y la vehemencia insoportable para aquellos que la clasifican conflictiva y le reprochan ser oportunista, según la filiación de quien acuñe el término, porque esta mujer ha provocado por igual el disgusto de sus compañeros de partido, que de sus opositores, al ser una disidente de la mierda, venga de donde venga. La ha salvado de la hoguera inquisorial ser poseedora para siempre del secreto de la diferencia, condición privilegiada que explica porqué la mayoría de los habitantes de la isla no cejan en el empeño de conseguir lo imposible, cuando vaticinios, análisis estadísticos y los más sesudos foros internacionales dan la causa por perdida, desde que cierto muro fue tumbado en Berlín por ilusos que no vieron los nuevos que se levantaban detrás de esa caída.

A pesar de Stalin, por el que nunca sintió simpatías, de la colectivización forzosa, del suicidio de Maiakovski, sucesos todos que lamenta, esta mujer no se avergüenza de proclamarse comunista, sin compromiso con el ateísmo científico porque es estotérica, le encantan los rituales yoruba, los horóscopos, conversa con fantasmas, invoca a José Martí y Ché Guevara, y les enciende velas para que desde allí, en cualquier sitio del universo que habiten sus espíritus, protejan a la isla y ayuden a Fidel. Ella padeció el sarampión del ateísmo, justo hasta que leyó a Carlos Marx, pero muy especialmente hasta que conoció a Lenin en “Materialismo y Empiriocriticismo”. La materia es un verdadero prodigio ¿porqué no ha de trascender esa primera muerte conocida? Está absolutamente persuadida que hay algo más allá por conocer, lo cual es noseológicamente factible y consuelo mayor.

En realidad, su bronca con Dios no fue imposición de los comunistas, como ahora acusan los renegados de última hora. Ella nació en esta isla donde todo se mezcla y en vez de confundirse se torna luminoso. Iba al culto de los católicos unas veces; al de los protestantes otras, y no faltaba a los bembés del barrio para limpiarse de los mal de ojo. Todo lo que no hace daño es bueno, era el principio de la madre, que tanto rogó a Santa Bárbara, a la Virgen de la Caridad del Cobre y al mismísimo Dios, que los rebeldes de Fidel bajaran triunfantes de la Sierra. Fue una gracia concedida después de más de cuatrocientos años de espera insurrecta. La posibilidad cierta de tocar lo imposible. Una fiesta en la que estaba prohibido prohibir. Abajo los carteles de “No perros”, “No negros”, “Si no es Socio no pase”. Y los pobres y los negros y los perros entrando a los clubes exclusivos, bañándose en el mar que volvía a ser abierto. Una fiesta de estrenos. Escuelas, juguetes, palabras. Alfabetización. Intervención. Expropiación. Una fiesta para la que algunos se ponían máscaras y otros se las quitaban, mientras el pueblo ofrecía su cara sin afeites y sus manos lavadas en la esperanza.

A los yanquis no les gustó esa rumba y declararon la guerra sucia. Bloqueo económico. Agresiones armadas. Desembarcos, Atentados contra una Revolución verde como las palmas y rojinegra como los colores de la vida y la muerte. Los mismos colores del Orisha Elegguá, el que abre y cierra los caminos, según la tradición yoruba.

¿Y Dios, qué hacía entretanto? Permitía que en las iglesias escondieran a terroristas, que los americanos mataran, destruyeran por el único pecado, cristiano por demás, de que en la isla se pretendiera compartir entre todos los panes y los peces, que tocara a todos por igual el derecho a la vida y a la felicidad. Dios estaba del otro lado, del de la magna democracia que no sólo nos daba la espalda, sino que asesinaba, bombardeaba, quemaba. Los rojos maldecidos, los terribles comunistas del Kremlin mandaron petróleo a cambio del azúcar despreciada por la Casa Blanca. La Coca-cola desapareció. Llegaron las latas de carne rusa para compensar el desamparo del estómago. No hacía falta lavado de cerebro. La elección la impusieron los americanos, aunque la aseveración nunca sea aceptada ni por un lado, ni por el otro.

Al menos así fue para ella y su familia, que no hacían la alta política. Y para los vecinos. Y para casi todo aquel pueblo donde nació, Florida, provincia de Camagüey, en lo profundo de la isla, a más de quinientos kilómetros de la capital. Allí nadie sabía dónde quedaba la Unión Soviética. Pero conocían bien a los americanos, que fundaron la localidad bajo el nombre de su península más cálida, levantando centrales para fabricar azúcar. Ese era un aspecto importante del secreto de la diferencia. Porque una cosa es la pobreza decretada por egoísmos, por el tener más robando y explotando, bajo el alegato consabido de que los que no llegan a tener son ignorantes, vagos, borrachos, o les tocó por mandato divino, y otra muy diferente es la pelea limpia contra la pobreza, la voluntad de favorecer a los huérfanos eternos de la fortuna. Levantar casas, hospitales, escuelas, conseguir que el racismo sea una vergüenza, no preguntar quién es tu padre, cuánto dinero tienes, qué has hecho tú para estudiar esta carrera que vale tanto, o para hacerte una operación quirúrgica costosísima, o tener reservación en Varadero.

Y esas no son apologías al mal gusto de la prensa nacional. Fueron sucesos vividos. Realidades palpables para una nación entera en medio del acoso, del asedio, del cerco constante del vecino imperio. Pero esta mujer impúdica, como ya fue mencionado en el comienzo de estas cartas credenciales, no se avergüenza tampoco de haber sido apologética, ni puede asegurar haber dejado de serlo. ¡Cómo no hacer apología a una isla menor doscientas veces que su enemigo voluntario! Sólo esa gente que nació en la isla con un gen de menos puede decir ahora, en la estampida reciente de los días más duros, que no se consiguió el paraíso prometido. Sólo los que cobran a buen precio la moda última de salvarse cuando hay amenaza de zozobrar, los canijos que quieren hacer fama a costa de la adversidad de los invictos soñadores de lo imposible, pueden llamar derrota a la única victoria cierta de todo un hemisferio. O los que no aprendieron el secreto de la diferencia, porque fueron los grandes mimados del paraíso que otros forjaron para ellos.

El paraíso terrenal, quiere aclarar esta mujer que siempre ha disentido de la mierda venga de donde venga. El paraíso posible hecho por hombres y mujeres de carne y hueso. Los alfabetizados convertidos en maestros, los hijos del solar haciéndose médicos. Los campesinos dirigiendo una fábrica de níquel. Los que nunca habían leído a Proust ni a Joyce y desconocían que hubo un señor llamado Bach, al frente de una Casa de Cultura. Ciertamente no importaron a extraterrestres en la isla para explicar ni aplicar el socialismo. Y no era fácil entrarle a El Capital o al Estado y la Revolución sin referencias previas. Y otra vez se formó un ajiaco para confirmarme que es una condición kármica de la ínsula.

Esta mujer que puede parecer tan enérgica casi se muere de tristeza cuando el primer novio, dirigente de la Juventud Comunista, le traicionó el amor con otra militante. Ella también puede hilvanar un largo inventario de heridas, censuras, vetos. Una novela enjundiosa en acusaciones, de esas que priorizan los editores y la prensa amplifica para que todos se percaten del infierno que viven los cubanos. Vano interés frente a lo que ocurre en Bosnia-Herzegonvina, Chechenia o en el Moscú que la mafia controla, por mencionar sólo los escenarios beneficiados por la caída del Muro de Berlín. Pero aunque algunos maledicientes temen por la que va a escribir ahora que vive en el extranjero, esta mujer siempre dirá lo que piensa, siente y sabe gracias a conocer el secreto de las diferencias. Y a su libre elección: la gratitud porque se cumplió la profecía dicha por su madre en el umbral de la muerte: Podrás ser persona aunque yo falte, como si hubiera una madre mayor protectora a la que confiarse. Un consuelo para lo inconsolable. Eso fue la Revolución para la madre de esta mujer y para ella misma. Un consuelo para lo inconsolable. Hasta para las penas que nacían de la propia dinámica revolucionaria.

Por eso quiere hacerlo constar. Para que nadie pueda justificar su amor y su fidelidad con presuntos bienes y ventajas. Invita a revisar sus propiedades después de 10 años habitando un albergue estatal y cinco un garaje aunque hace un cuarto de siglo que trabaja y posee no sólo todas las medallas que se ostentan en el pecho y que premian la dedicación y el resultado, sino las que se llevan calladas en lo recóndito de una misma.

Es cierto, sin embargo, que disfruta privilegios no visibles ni en su despensa, ni en su ropero, ni en la marca de su carro, ni en el confort de su casa. Bienes magros y pagados con su salario. Puede contar muchas anécdotas de sus conversaciones con Fidel Castro. Y un día lo hará, aunque unos y otros la mal interpreten, por deber de justicia. Es insoportable que exijan a un hombre la condición de un dios y lo ataquen como al diablo, por la única culpa de pretender impedir que la historia sea un basurero.

Ella no oculta su veneración filial a ese hombre que ama sin fanatismo, al que puede hacer reproches o reclamos de hija, con el mismo impertinente cariño que su propia descendiente femenina le exige ponerse a su ritmo y la juzga con el maravilloso atrevimiento de la adolescencia. Primero somos crueles en los juicios que hacemos de los padres, y cuando envejecen los queremos proteger como a hijos. Ella ama y respeta a ese hombre que ha visto encanecer en treinta y seis años, sin sentirse obligada a coincidir con todo lo que dice y hace, pero reconociendo siempre que a lo verdaderamente extraordinario no se le puede medir por lo que pueda tener de común, como no se puede explicar la función del sol en nuestra galaxia a partir de sus manchas. Ella ama y respeta a ese hombre que es Fidel Castro, pero tales sentimientos no silencian lo que piensa y siente, aunque no sea del gusto de sus jefes y despierte sospecha en los maledicientes, genuflexos y bufones. A ella siempre le estuvo todo permitido, alegarán los detractores, porque se acostaba con los del Comité Central. No sólo con los del Comité Central, aclararía, porque curiosamente, la lista que inventan los amigos y enemigos, que no perdonan a una mujer ser miembro pleno de la especie humana, sólo contempla jerarquía del poder. Los pobres diablos o magos que no aparecen en la televisión, esos no cuentan. Pero es cierto que se acostó al menos con uno del Comité Central, un amor que parecía por unanimidad y luego resultó que una de las partes se abstenía. Un amor convertido en hija sin padre, del cual no se arrepiente porque un amor es siempre un asunto respetable, aunque no figure en los directivos del Partido.

Son sus heridas de la inversión a riesgo que es vivir. Sólo que no se permitió elevarlas al rango de problemas del sistema, como literaturizan algunos y algunas, simuladores y simuladoras que luego declaran a un país gran simulacro porque se cansaron de su propia simulación y pueden hacer plata confesándolo. Esta mujer que es tan apasionada, que llora con la misma fluidez de rabia o ante una escena cursi de película, que amenaza con vengarse de cada afrenta, y lo mejor de todo es que cumple para luego ser generosa nuevamente, aunque no olvida ni el más mínimo agravio, es fiel, pero nunca ha permitido que en su presencia se confunda fidelidad con servidumbre, lo cual, por supuesto, no la ha hecho simpática a los ojos de una fauna existente. Los convencidos de que la disciplina partidista es decir siempre sí y lo demás ganas de llamar la atención, egocentrismo que lleva al individualismo. Individualismo igual a capitalismo.

Egocéntrica ella siempre ha sido, primero para poner en práctica el principio cristiano de amar al prójimo como a sí mismo, y luego porque sin un poco de amor por Yo habría perecido en la confusión entre individual e individualismo, que se manifestó por algún tiempo en la isla. Ella siempre ha defendido lo individual como premisa del Manifiesto Comunista que expresamente proclamaba que la plenitud colectiva sería la base de la plenitud individual.

Hubo no pocas confusiones en la Isla con la asimilación de la teoría e imperativos de la práctica, que no dejaban mucho margen al regodeo filosófico. Pero no existía una estrategia macabra para convertir en rebaño a un pueblo por naturaleza irreverente ante todo lo falso, lo fingido, lo que no es natural y silvestre como la floresta que le permite respirar limpiamente. Sólo quien desconoce la idiosincrasia de ese pueblo puede hablar de que soporta una tiranía y quien lo dice lo subestima y ofende. Habría que reconocerle ante todo su proverbial rebeldía, antídoto ante el mimetismo, la copia de los defectos del socialismo real. Pero, ¿qué se podía hacer ante una fórmula inédita en la historia de la humanidad, con sólo cuarenta y ocho años de existencia, para ajustarla a las peculiaridades del trópico? Era lógico que desde la ínsula se mirara hacia Moscú, que había llegado al cosmos antes que los americanos. ¿Es tan difícil comprender tales circunstancias o entender la filosofía del empujón? El síndrome de la prisa se generalizó en la isla. Miles fueron las tentativas. La caña, la caña, otra vez la tiranía de la caña, para lograr hacer diez millones de toneladas de azúcar. Voluntarismo, cierto. Magnífico voluntarismo que pretendía sacar de prisa al país de la pobreza, sin acudir a los métodos de sálvese quien pueda, sino para sacar de la pobreza a cada uno de los millones de habitantes. Eterno empeño de lo imposible. Es muy fácil para los que ostentan la cómoda posición de observadores anatemizar un sueño y rotularlo en un dossier de errores. ¿Por qué el pueblo ha tolerado tal desastre? tendrían que preguntarse los analistas. La respuesta es sencilla: porque recibió más ventajas que todas las generaciones anteriores. Porque posee la sabiduría profunda del secreto de las diferencias.

Esta mujer que agradece a esas gentes el legado de la estirpe sabia y rebelde, no pretende justificar cada equivocación ni pedir clemencia para quienes considera artesanos invictos del empeño de tocar lo imposible. A lo sumo aspira, en la mejor tradición de la Isla, a un esfuerzo de comprensión por parte de los que se consideran afectados por ese revolico mayor que ya dura treinta y seis años. El esfuerzo que ha hecho ella misma para poder sobreponerse a aquella reunión del Comité de Base de la UJC donde fue fuertemente criticada por una marca en el cuello que no era fruto de la pasión de un vampiro, como pensaron los hipócritas enarboladores de una moral que no practicaban, sino de un golpe con la dura litera donde dormía, y a las continuas censuras por no usar ajustadores y por no poder disimular que hacía el amor por elección libre, sin papeles de autorización, como siempre habían hecho los hombres, de derecha, de izquierda, militantes o no de cualquier tendencia. Sabía que los estatutos no consignaban esos aspectos personales, que eran las interpretaciones libérrimas de una mentalidad antigua y se defendía con todos los códigos en la mano, negada a aceptar que se circunscribiera la moral femenina a los movimientos telúricos de las entrepiernas.

Ella tuvo que hacer, como tantos nativos de la isla, un esfuerzo de entendimiento para poner riendas a su vocación de silvestre y soportar aquellas interminables reuniones, aburridas, misas de algo que asemejaba una nueva iglesia donde se recibían las orientaciones de arriba como de un Dios lejanos y todos se mostraban conformes por amor, no por oportunismo como blasfeman los renegados. Era la unanimidad por lo esencial que quitaba brillo a las particularidades y tornaba lo peculiar conflictivo. Era el tono eslavo que nada tenía que ver con los toques de santo, el delirio rítmico de las tumbadoras, los movimientos centrífugos de las pelvis en el elogio frecuente al sexo como liberación, exorcismo contra todo pecado de tedio y amenazas de penurias o muerte. Algo que surgió para hacer feliz a la gente no puede parecerse a un bostezo. Era su queja dentro, porque nunca se ha sentido fuera del juego, ni derrotada por la nada cotidiana. Ese era su juego y ella parte de un equipo dispuesto a la continuidad en la diferencia que cada generación aporta bajo dictado de la dialéctica, la dialéctica una y otra vez mencionada pero sola haciendo su labor de transformadora espontánea, porque no la tomaban en cuenta. Y la dialéctica se vengó del agravio. Sectarismo, extremismo, formalismo, paternalismo, dogmatismo, igualitarismo, doble moral, burocracia. De todo un poco en el camino de la búsqueda constante de hallar la fórmula de la unidad como escudo protector imprescindible. Todo mezclado, como es el signo de la isla, sin que se perdiera su capacidad de hacer brotar el arcoiris entre los truenos y las sombras.

Esta mujer participó y sufrió en esos errores, aunque consta en todas las actas, cuando los descubrió, su voluntad manifiesta de no aceptar con calma lo absurdo como tantos otros; sin embargo es responsable de ellos, los comparte, los asume sin ruborizarse porque le parecen perfectamente comprensibles y perdonables ante las vergonzosas estadísticas de mortalidad infantil, la corta expectativa de vida o de los analfabetos que exhibe cualquiera de las repúblicas vecinas de su zona geográfica, que no tuvieron nunca ni la oportunidad de equivocarse buscando construir el paraíso. O ante cualquiera de las repúblicas lejanas de la vieja Europa civilizada, antiguas metrópolis que consiguieron el exceso de consumo que hoy sustenta el hastío de sus pobladores, saqueando a aquellas, para no hablar de la nueva Roma en Norteamérica. ¿En qué se equivocaron todos ellos para lograr establecer la porquería que es este mundo? se pregunta esta mujer mientras mira los noticiarios y aún viviendo en París, a buen recaudo de las penurias elementales, sólo ha podido escribir un amago de poema que describe la bacanal de la tristeza.

Sectarios. Extremos. Formales. Dogmáticos. Paternales. Burocráticos. Practicantes de doble moral. Burocráticos. Estáticos. Totalitarios. Intolerantes. Un inventario interminable de calificativos acusatorios para intentar invalidar la certeza de que se puede tocar lo imposible, aunque no haya garantía de salir intacto del empeño. Un inventario interminable de calificativos acusatorios por parte de los que no pueden o no quieren entender que las ascenciones ocasionan desgarraduras, razponazos, caídas. De los que no perdonan la osadía de los alpinistas, de los que se autoexcluyeron y obedientes a la servidumbre de su ganancia optan por negar la sobrevivencia de un sueño del que desertaron. Esta mujer, dispuesta siempre a encontrar explicación a los inexplicable no los descalifica por eso. Escogieron su opción. ¿Por qué no respetar la contraria para no imitar los presuntos defectos?

No obstante reconoce que hubo manchas. Días de sombras, como los de la UMAP, en que el concepto mal entendido de que el trabajo hizo al hombre, enarbolado por el machismo, defecto consustancial de idiosincracia, pretendió que el laboreo agrícola y el rigor militar harían viriles a los homosexuales. Un acto de ignorancia más que de martirio, se convirtió en martirologio para hombres condenados por delicadeza sospechosa y para homosexuales que se sintieron vejados por el hecho involuntario de una tendencia sexual que no era la mayoritaria. la aceptada por la tradición, aunque de la Sierra Maestra bajaron maricones con grado de capitán y entre los héroes de la contienda dio su vida alguno. Ahora son miembros del Comité Central y Diputados a la Asamblea Nacional.

Hubo manchas y días de sombras, pero esta mujer que los sufrió con el dolor que producen los errores propios, percibió siempre el interés en subsanarlos, los que podían decantarse en el fragor de la batalla cotidiana. Porque hay que ver las leyes no escritas que imperan en la guerra. Y siempre fue la guerra. Los que lo dudan, debieran leerse los informes que la CIA hace públicos a cada rato. No era un estado policíaco reproduciendo los métodos de Veria, tratando de imitar la eficacia de la CHEKA soviética. Era la violencia obligada, la paranoia condicionada por la paranoia política del agresor. Síndrome de la sospecha. Síndrome de misterio. Síndrome del Secreto. Y algún que otro hijo de puta que nunca falta, aprovechándose, tomándose atribuciones indebidas, abusando del poder, reproduciendo una película de Rambo o jugando al buen burgués.

Porque el espectro de la burguesía siempre anduvo jugando alguna mala pasada. El diabólico engendro tentador de que el poder y la autoridad radican en las dimensiones de la casa que se habita, la marca de la ropa, el carro que ruedas, aunque los textos bíblicos de los comunistas llamaran siempre a todo lo contrario, así en los mismos términos que la prédica de Cristo. Esta mujer que presenta sus credenciales, no es inocente. Conoce todo lo ocurrido, mucho más de lo que cuentan como grandes noticias admonitorias los que hacen negocios con esos dramas. Porque hubo dramas y tragedias que no se pueden negar. El drama de la familia dividida, desgajada del tronco por el éxodo frecuente. La tragedia de algunos héroes fusilados por delincuentes para escándalo de un mundo que permite indiferente el genocidio de la esperanza.

Mientras hace el recuento sucinto con los riesgos de superficialidad que toda síntesis implica, esta mujer reconoce que no era fácil resistir todos los embates de un lado y del otro, el asedio enemigo, los errores de los compañeros, y el tiempo pasado, y la impaciencia en unos y el cansancio en algunos, y desde Estados Unidos diciendo vengan. Y luego la URSS desmembrándose entre sus glorias verdaderas, hasta desaparecer en el pecado por el que los rusos pagan penitencia. Mariel desbordado y balseros zozobrando en las corrientes del golfo. Esta mujer como tantos, primero despreció a los que se iban, a los que renunciaban a seguir la pelea en pos del sueño. Después sintió pena, una profunda pena por la pérdida y maldijo a los culpables verdaderos del naufragio. Esta mujer que cree en el respeto a todas las libertades. La libre elección de dónde vivir, a quién servir, de escoger los amigos y los sueños, se reserva la potestad de argumentar sus juicios al respecto.

No sería sincera su tolerancia si no dejara constancia otra vez de las diferencias. ¿Cuál es el índice de huidas por etapas? interroga a las estadísticas, para comprobar que están en estrecha relación con las penurias económicas, las recrudecidas amenazas del vecino poderoso, la desaparición de la ayuda de los renegados recientes, la complicidad de las llamadas democracias occidentales, totalitarias en la afirmación de que sólo su fórmula de gobierno es la correcta, desconociendo historia, circunstancias particulares, idiosincrasia, origen y experiencias de cada nación y olvidadas de sus propias contradicciones insolubles. Es suficiente echarle una ojeada al mundo, al primero y al último, porque ya casi no hay matices, para comprender que la felicidad humana es una promesa no cumplida en el planeta.

Esa es la base del reproche íntimo que hace a los que justifican marcharse en busca del paraíso que no encontraron en la isla. Sobre todo a los que figuran en el selecto grupo de la inteligencia, aunque sabe que la sabiduría no se consigue únicamente leyendo a Joyce, disfrutando de Mozart o declarando la modernidad de Picasso.

Es algo más profundo, casi extraviado en nuestra época, todavía salvable en esa isla nuevamente enredada en la obstinada propuesta de no desmayar en el sueño de alcanzar lo imposible, algo ya conseguido si se tiene en cuenta que existe, sobrevive y batalla con todos los vientos en contra y encuentra posibilidades de salida airosa, lo cual corroboran manifestaciones del lado contrario como la Ley Helms.

Esta mujer agradece como legado del más alto abolengo esa resistencia, y se siente obligada a hacerlo constar en estas cartas credenciales de representante de esas gentes que como ella, participaron y sufrieron los errores, pero se sienten protagonistas de los aciertos. Y los aciertos fueron más si se acude a las matemáticas y también a la casi intangible medida del crecimiento espiritual, aunque ahora haya prostitutas en La Habana, la fiebre del dólar acalore más de una cabeza y el mercado vuelva a revalidar su tiranía, porque de todos modos se conoció la diferencia. Y alguna vez, cuando el mundo conozca toda la verdad, despojada de las dulzuras excesivas de la apología y la acritud multiplicada del hipercriticismo, despojada de toda manipulación bienintencionada o perversa, la humanidad rendirá mayores tributos a los cubanos que los que hoy rinde a los griegos por el arte difícil de no dejarse doblegar ni comprar, en una era donde todo rodó por el mercado, único santuario luego de la caída de todos los iconos. Todo rodó, menos esa isla negada a sucumbir en la corriente oscura del retroceso, esa isla a la que el mundo obliga a aceptar sus leyes crueles y aún con ese cuchillo entre sus conquistas y el aplazamiento de la dicha, se aferra a la dignidad como lección última ante el adverso contexto.

Esta mujer considera imprescindible consignar todo lo expresado en estas ya extensas cartas credenciales, para intentar hacer entender a los que se erigen en jueces del proceso cubano desconociendo sus peculiaridades, con el mismo sentido totalitario que le suponen y censuran, aunque durante veinticuatro años como periodista en Juventud Rebelde se ha referido a todo ello, lo cual indica que no son noticias frescas y que no usa en su provecho lo que llaman apertura obligada de los últimos tiempos. Escribió también textos encendidos, con pretensiones poéticas, disintiendo de todo lo que afeaba la mejor propuesta de felicidad en la isla.


Esta mujer está dispuesta a ponerlo todo sobre la mesa. Corazón, cerebro, pasiones, razones, vísceras y extremidades. A discutirlo todo, a revisarlo paso a paso. Lo único que no admite, cualquiera que sea el futuro de la isla, es el absolutismo de los que niegan la maravilla de haber tocado lo imposible y la persistencia en no abandonarlo como demostración de máxima sabiduría, a pesar de la inversión extranjera, el turismo, las fauces abiertas de todos los peligros que amenazan aquella fiesta inaugural del prohibido prohibir, de las cercas que el dólar levanta entre las playas y la moneda nacional; y de la rabia, la rabia infinita ante los irresponsables que perdieron el secreto del fuego. Tampoco ahora es inocente después del aprendizaje arduo, pero es feliz de poder mirar hacia atrás sin el temor de convertirse en estatua de sal.
París, 1995

HAMLET ANTE LA ADUANA


Me quedo o no me quedo. Esa es la cuestión. Es tan fácil. Doy media vuelta. No paso la aduana. Tomo un taxi. No, un taxi no. Cuestan una barbaridad. Vuelvo en bus a casa de Nadine. Me caso con ella para garantizar los papeles de residencia. Y a gozar el dinero del premio mientras encuentro trabajo. Adiós libreta de abastecimiento, bicicleta desde Mantilla hasta el Vedado, pujilato diario de vender la camisa comprada en el último viaje, porque el salario de corrector en la editorial no alcanza para comprar en el mercado campesino. Adiós la espera humillante de que mi madre me mande un puñado de dólares de Miami para comprar el jabón, la pasta de dientes, el desodorante y el aceite. Adiós las caras de reproche de los funcionarios de la editorial porque me gané el premio con el mismo cuento que no quisieron publicar aunque dice la verdad sobre la situación en la Isla. La verdad y no las mierdas esas que escriben los que se van y reniegan de todo para ganar dinero. Me dan asco. Hacen lo mismo que critican al revés. Son unos oportunistas. Iguales a los funcionarios que piden sacrificios al pueblo, mientras ellos ya llegaron al comunismo porque lo tienen todo garantizado. A mí me gusta la verdad, aunque no tenga remedio, como dice la canción de Serrat. Pero me canso, no puedo evitar el cansancio. Son cuarenta años esperando el futuro mejor y ya voy a cumplir los cincuenta. Sí, me tomo un descanso. Me quedo con Nadine, aunque no soporte sus carnes pálidas y sus ademanes de superioridad a la francesa. Será muy profesora de literatura, pero no se ha leído a Martí, ni a Lezama Lima. ¿Por qué rayos nosotros somos incultos si no hemos leído a Proust y ellos se creen cultos ignorando la existencia de Martí y Lezama? Quedarme con ella es tan humillante como esperar los dólares de mi madre o tener que escuchar esos discursos que me parecen un atentado a mi inteligencia. Cómo van a decir que la salud sigue siendo una maravilla cuando no encuentras aspirinas en la farmacia y si ingresas en el Calixto García tienes que llevar la sábana y hasta el agua para asearte. El sistema de salud es de los mejores del mundo. Un privilegio de país desarrollado. Pero ahora no es igual. Nada es igual desde la caída del Muro, desde que llegaron los turistas, desde que el dólar circula. Entonces por qué empeñarse en seguir diciendo lo mismo, usar los mismos métodos y pretender que la gente reaccione igual. Si todo cambió, usted tiene que cambiar también, señor mío. Y todavía podríamos darle la patá a la lata. Porque la gente comprende que la otra oferta es una mierda también. Eso es lo jodío que tiene este mundo ahora mismo. No tienes para dónde coger. Me quedo y me puede pasar como a Willy. Dos años con su francesa que no le gusta, sin trabajo, dependiendo de ella. Pintando unos cuadritos pendejos que intenta vender en el metro para jugar la Loto. Cuando la gente está desmoralizada invoca a los dioses o a la suerte. O cuando está bajo la tiranía de la incertidumbre. Por eso reverdecieron las creencias en Cuba. Todo estaba seguro. Ibas a la escuela hasta graduarte en la Universidad, tenías un trabajo, un médico si te enfermabas, una jubilación en la vejez y hasta un entierro gratis cuando morías. No era perfecto, pero tenías todo eso. Y no pensabas en democracia, ni un carajo, porque gozabas de todos los derechos que no tuvieron tus padres. Total, que mis padres vivieron en una supuesta democracia y no pudieron estudiar y dos de mis hermanos murieron por falta de atención médica. Esas son verdades que no se pueden ocultar. Como no se puede ocultar que no es suficiente que le garantices la vida a la gente, porque la gente no es una masa amorfa. Ese bulto que son las gentes tienen necesidades, aspiraciones y sueños diferentes. Y quieren expresarse a su manera. Pero a los camaradas no les gustan las diferencias, ni las críticas. Y ahí mismo se trabó el paraguas. Pero yo no voy a arreglar la Isla, ni el mundo. Los terrícolas viven a toda costa, se mueven de un lado a otro. Los aeropuertos, a pesar de la aduana, siempre me han parecido una tierra de nadie. Una especie de no estar en ninguna parte. Pero si paso por esa taquilla. Ya voy a alguna parte. Y no me animo. Podría quedarme en el sótano del aeropuerto como esos sin casa. Mientras me alcance el dinero puedo sobrevivir y después escoger. Quedarme o irme. Nadine estará dispuesta a recibirme porque se acostumbró a templar a la cubana y el estado francés a expulsarme cuando descubra que estoy indocumentado. La libertad. ¿A qué se referirán unos y otros cuando mencionan esa palabra? No puedo comprar un billete de avión ni en La Habana, ni en ninguna ciudad, si no tengo dinero; no puedo residir en el lugar del mundo que me plazca, si no tengo dinero para asegurar que no seré una carga; no importa que sea graduado en Lengua y Literatura francesa, que ame a Francia y quiera hacer una estancia aquí sin prostituirme. No hay trabajo para los francesas, mucho menos para los emigrados. Ni hablar de una carrera de escritor porque las editoriales sólo le publican a los cubanos si reniegan del Castrocomunismo. Y a mí el comunismo me tiene hasta los mismísimos cojones, pero por razones muy diferentes a toda la catibía que dicen los que no profundizan en nada, ni comprenden nada, o se mienten a sí mismos resolviendo su pequeña vida como esclavitos de otras dependencias. Defensores de la libertad, los derechos humanos, la democracia. Es para echarse a llorar, aunque lo acusen a uno de maricón. Porque los hombres no lloran. Pues bien, yo, Bienvenido Pérez, estoy a punto de echarme a llorar ante la ventanilla de esta aduana francesa porque todo es una asquerosa mentira y los honestos ni se pueden ir a un convento porque ya Dios no está en ninguna parte. Si me quedo más tarde o más temprano tendré que ir a parar a Miami y entonces serán los discursos imbéciles , esos mafiosos que tiene cogidos por los huevos a los yanquis, que en su prepotente estupidez, creen que los cubanos somos tan brutos como los rusos, que nunca dejaron de ser zaristas y ese es el único punto de regreso que tienen. Bonita democracia la que nos proponen. Devolverle las propiedades a las transnacionales y a los ricos. Se piensan que la gente va a permitir que los echen a la calle, le quiten las escuelas a los hijos y los marines se vuelvan a mear en la estatua de José Martí. Volver al 58. Es que los gringos son estólidos o hijos de puta de nacimiento. Mira, lo que me dijo el tal Hamilton en la entrega del premio. Primero me felicitó como miembro del jurado: Su obra es muy interesante porque dice verdad sobre Cuba, pero usted tiene algunas confusiones sobre la democracia. Confusiones de la democracia porque sostengo que la democracia tiene que estar en relación con el bienestar real de la gente. Ah, no. Yo estoy confundido. La democracia es el acto libérrimo de votar por quien se prefiera, según Hamilton, sin ningún compromiso con la vida de los ciudadanos. Son los dueños del mundo, como lo fue Roma, pero como Roma caerán. Claro está que antes lo habrán jodido todo definitivamente. Con esos argumentos a qué persona inteligente van a convencer, a qué espíritu verdaderamente libre van a reclutar. Que lo compren todo es otra cosa. Que esclavicen con su dinero es otra cosa. Y eso es lo que yo no quiero ser. Ese es el derecho humano que yo pido que me defiendan. Y es lo que les pido a los de la Isla, que sí buscan el bienestar de la gente, pero están entrampados en la bronca con los yanquis y se quedaron en la dictadura del proletariado, cuando podíamos ensayar la democracia participativa de verdad. Pero, por qué me enredo y torturo con lo imposible. No voy a solucionar los problemas del mundo, ni los de la Isla y con una simple media vuelta, distanciándome de esta maldita casilla de la aduana puedo solucionar algunos de mis problemas. No soy comunista, nunca fui comunista. Cuando quisieron darme la militancia en el Partido, no acepté por honestidad, aunque he participado en cuanta movilización se ha hecho, desde la alfabetización hasta la agricultura. Todo lo que consideré que se hacía para mejorar a la gente y al país. Porque yo amo a ese país y agradezco al Jesuita años de no doblegarse a los yanquis, de cantarles las cuarenta, de decirles todas las verdades que nadie tiene cojones en el mundo para decirles. Total, si me quedo a nadie le va a extrañar. Las pocas veces que he salido siempre piensan que me voy a quedar. Y cuando fui a Estados Unidos a ver a mi madre, estaban seguros. Pero no me gusta Estados unidos. Es muy vulgar y poco auténtico para mi gusto. Francia todavía es otra cosa. No por el brillo de sus monumentos, sino porque le queda el esplendor de sus fantasmas. Pero, aquí tampoco podría vivir y allá nadie me entiende. Ni Beatriz, con quien me acuesto hace veinte años, sin casarme, ni juntarme, mientras sus hijos se han hecho adultos y los míos ya me han dado nietos. Ella es una comecandela furibunda, una revolucionaria intransitable, pero consecuente. La admiro por eso. La echaría de menos, como al mar. No puedo vivir sin ver el mar y el mar está tan lejos de París. Mierda, no puedo vivir sin Cuba, ni en Cuba, ni en ninguna parte. ¿Qué coño han hecho con este mundo para que sea invivible? Están anunciando la salida del vuelo. Pobre Nadine y sus ahorros para tener una vejez segura. Y su angustia que no es por la pasta de dientes, ni por el jabón, ni el desodorante, ni es la angustia legítima por la muerte, esa sombra que acecha desde que naces. Esa angustia sucia de contar cada centavo y trabajar como una bestia, para tener casa, carro, vacaciones, y poder pagar a un cubano que le recordó que el sexo existe como goce y no como una función de desahogo semanal, porque hasta eso han perdido los desarrollados estos. Pobre París que en cualquier momento tiene un anuncio de McDonald en la Torre Eiffel. Pobre Bienvenido Pérez a quien el comunismo tiene hasta los mismísimos cojones, pero el capitalismo ya se los desbordó. Pobre Bienvenido Pérez, que como Jesucristo, cree en la verdad y en la justicia y en la democracia de los panes y los peces compartidos y como Jesucristo será crucificado aquí en la Tierra como en el Cielo. ¡Coño! ¿Qué es lo que está diciendo el altoparlante? Nooo. Me cago en Dios, por razones técnicas, el vuelo acaba de ser demorado.
París, 1999